Las transformaciones políticas y sociales son hechas por las élites. Los teóricos de las élites y las oligarquías como Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca y Robert Michel afirmaban que, en las sociedades, la dirección política, administrativa, militar, religiosa, económica y moral es ejercida por una minoría organizada.
¿Será verdad que la élite tecnológica encabezada por Zuckerberg, Bezos y Silicon Valley han olvidado la obligación del servicio público, o nunca la conocieron?, pero mejor vamos por partes:
Para John Micklethwait, editor en jefe de Bloomberg y editor de The Economist, es poco probable que el servicio público tenga un significado para los dueños de Amazon o Facebook, de acuerdo con su libro: La llamada de atención. Por qué ha descubierto la pandemia la debilidad de Occidente, y cómo solucionarlo. Afirma que “los ricos compartían experiencias frecuentes con los pobres, arraigadas en un amor por su nación y una voluntad de sacrificar la vida y la integridad física por algo más grande”. Esto se puede leer en un adelanto publicado en The Wall Street Journal.
Micklethwait explica que la responsabilidad de la élite hacia el Estado fue establecida por Platón hace más de dos mil años. En La República, comparó al Estado con un barco que puede naufragar entre las rocas o dirigirse hacia un rumbo correcto. Argumentó que para que un viaje tenga éxito se necesita un capitán que conozca “las estaciones de los años, los cielos, las celebridades y diferentes temas especializados”. El Estado necesitaba tener un grupo de guardianes, elegidos por su conocimiento, carácter y habilidades, pero esto ha cambiado para bien y para mal.
La tesis del libro plantea que las consecuencias económicas y de salud del Covid-19 pueden despertar a las élites de Occidente. Por ejemplo, en los 60’, E.E.U.U. envió al primer hombre a la luna, mientras que miles de chinos morían de hambre. Esa fue la última vez que la élite norteamericana manifestó su obligación pública. Actualmente en Corea del Sur, Singapur y China se han registrado menos defunciones que en Estados Unidos y Gran Bretaña, a pesar de que la pandemia surgió en Oriente.
Las diferencias entre Occidente y Oriente son visibles. En Singapur se reclutan en las universidades a los jóvenes de más brillantes para el gobierno y sus principales funcionarios públicos pueden ganar más de un millón de dólares en un año. No se pueden comparar los sueldos de la IP con los de la administración pública, pero para que nos demos una idea, en lo que va del año, los títulos de la compañía de Jeff Bezos han aumentado 73%, convirtiéndose en la persona más rica del mundo. Su fortuna aumentó en 2020 de 74 mil millones a 189 mil 300 millones de dólares, superando a Exxon Mobil, Nike y McDonald's; a pesar de que E.E.U.U. vive su peor recesión económica desde 1929.
Si observamos qué se está haciendo en México —eso lo digo yo— miramos cómo el mensaje de la pobreza franciscana ha justificado el desprecio por el conocimiento en las Universidades y cómo la cultura del esfuerzo de los estudiantes egresados es la única manera de salir adelante. Además de que los egresados se enfrentan a sueldos bajos en la administración pública. ¿Qué puede hacer Occidente para volver a unir a las élites?, la respuesta es sencilla, que trabajen en conjunto. Los gobiernos podrían otorgar a los estudiantes becas atractivas a cambio de trabajar para el servicio público. Para las élites tecnológicas, ejercer la responsabilidad social debería implicar algo más que dar dinero en efectivo. Las élites mexicanas tendrían que navegar en esa dirección o esperar un cambio de rumbo en el barco presidencial, de ese que nos hablaba Platón. Ojalá no se hunda antes.
Comunicólogo político y académico de la FCPyS UNAM
@gersonmecalco