Los médicos,los psicólogos, psicoterapeutas, sociólogos y psiquiatras están preocupados por las declaraciones de la ex ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, en el sentido de despenalizar el uso de la marihuana, ya sea con fines médicos o recreativos, como una forma de combate al narcotráfico.
Y es que, en efecto la marihuana, la “juanita”, tiene una amplia gama de beneficios médicos que han sido proporcionados por médicos y parteras tradicionales en aquéllas zonas del México paupérrimo, clase baja o media baja, en donde no hay médicos de carrera egresados de escuela o universidades; aunque su uso medicinal se está propalando en clases económicamente acomodadas.
Y es que, en efecto, la marihuana no es una sola planta, sino una familia completa, las cannabáceas (familia Cannabaceae); de éstas, la Cannabis sativa L. y la Cannabis indica L. son las que se acostumbra fumar porque tienen la más alta concentración de unas sustancias llamadas cannabinoides.
Estos compuestos químicos, en particular el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol, producen efectos en el organismo, algunos de los cuales afectan la función cerebral. En general, el THC deprime el sistema nervioso central, es decir, genera sensación de bienestar y tranquilidad, reduce la ansiedad y puede provocar euforia.
Además, puede estimular el apetito y reducir las náuseas y los espasmos (acción antiespasmódica). Por último, puede causar somnolencia y reducir la percepción del dolor.
El cannabidiol reduce la ansiedad, puede ayudar a atacar las células cancerosas en el cáncer de mama y tiene acción anticonvulsiva, lo que resulta de particular interés en el caso de enfermedades como la epilepsia, o mal de Parkinson.
Por otra parte, la costumbre popular ha sido preparar un rudimentario extracto de marihuana poniendo la planta en alcohol medicinal y dejándola reposar por lo menos un par de semanas. Con ese líquido se frotan las zonas afectadas por dolores reumáticos, articulares o musculares; el dolor disminuye sensiblemente y, en algunos casos, desaparece del todo por periodos que pueden ser prolongados.
Hay estudios internacionales, que muestran la eficacia de la marihuana contra dolores debidos al cáncer, a enfermedades del sistema nervioso y a cirugías, así como la evaluación de fármacos elaborados a base de extractos estandarizados de cannabis para tratar los síntomas de la artritis reumatoide y de enfermedades inflamatorias intestinales.
Se han realizado estudios sobre la eficacia de la marihuana en el tratamiento de los síntomas de diversas enfermedades, en particular del cáncer, el VIH/sida, la esclerosis múltiple y casos de dolor crónico o neuropático.
Abundan las investigaciones que evalúan específicamente la eficacia de los cannabinoides para reducir los efectos secundarios de la quimioterapia, la radioterapia y cirugías en los pacientes con cáncer. La mayoría son prometedoras. En general, un enfermo de cáncer tiene que lidiar con fuertes náuseas y vómito durante y después de la quimioterapia. Las dosis pueden ser semanales o hasta diarias. También son comunes la pérdida de apetito, la dificultad para dormir por los dolores y la ansiedad. Se ha comprobado que los cannabinoides disminuyen las náuseas, el dolor y la ansiedad, estimulan el apetito y ayudan a conciliar el sueño.
Un estudio publicado en 2015, el doctor Kevin Hill, de la Universidad de Harvad, realizó una revisión de los estudios existentes relativos al uso médico de la marihuana y concluyó que "la marihuana medicinal se usa para tratar muchos padecimientos; existe evidencia para apoyar su uso en unos cuantos casos, en muchos otros no. Los médicos deben informar a sus pacientes sobre la marihuana medicinal para asegurarse de que se use apropiadamente y sea benéfica".
De nuevo, necesitamos contar con más investigación para poder documentar de manera más precisa y estadísticamente válida la gama de beneficios que puede ofrecer la cannabis a los enfermos en general, no sólo de cáncer. Al mismo tiempo, tenemos que saber cuáles son los males o síntomas que la marihuana no puede tratar para no exponerse a sus efectos secundarios y los riesgos.
El porqué de la preocupación de médicos, psicólogos, psiquiatras y psicoterapeutas, se debe a que la otra cara de la meda es que:
La marihuana presenta, en primera instancia, el efecto psicoactivo del THC, el cual, aunque puede provocar sensación de bienestar y de euforia, en dosis mayores también puede llevar a estados de ansiedad, pérdida de atención, disociación, paranoia, ataques de pánico y psicosis.
Físicamente también puede presentarse sensación de sed y aumento del ritmo cardiaco. Si la marihuana se ingiere, los efectos se presentan más lentamente, pero duran más. Es común la sensación de pérdida de control sobre la mente y el cuerpo, lo que a su vez produce ansiedad, miedo, aumento del ritmo cardiaco y otros efectos negativos.
La Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard advierte que todos estos síntomas son más notorios en personas que nunca han consumido marihuana, ya que además de que no han desarrollado tolerancia, es difícil calcular la dosis con la que se presentan los efectos más graves. Advierten además que se han realizado investigaciones que demuestran que la cannabis es una sustancia muy adictiva y provoca dependencia física y psicológica.
A largo plazo también hay riesgos potenciales relacionados directamente con la manera en que actúan los cannabinoides en el cerebro. El funcionamiento del cerebro se debe en parte a neurotransmisores, moléculas que llevan mensajes de una neurona a otra y se acomodan en neuroreceptores específicos para los distintos tipos.
Uno de estos tipos de receptor es para los llamados endocannabinoides, sustancias que molecularmente son muy parecidas al THC y al cannabidiol, pero que se producen en nuestro cerebro. Los receptores para estos cannabinoides naturales del cuerpo (endógenos) son utilizados por los cannabinoides que ingresan al organismo cuando se consume marihuana (exógenos), causando sensaciones similares; pero al encontrarse en mayor cantidad, son de mayor intensidad y duración.
Uno de los endocannabinoides, la anandamida, genera un efecto de bienestar como el del THC, pero también tiene una importante función protectora en el cerebro: ayuda a olvidar los recuerdos traumáticos o negativos. Si hay muchos neurotransmisores de cierto tipo a la vez, pueden ocupar todos los receptores disponibles, es decir, saturarlos. Si los receptores se saturan de cannabinoides exógenos, los endocannabinoides no pueden ejercer su función y, en consecuencia, los malos recuerdos quedarán vivos por más tiempo.
La marihuana y el cerebro adolescente
La adolescencia es un periodo clave para la conformación de circuitos neuronales. Diversos estudios indican que el uso de la marihuana entorpece este proceso de maduración del cerebro.
El uso de la marihuana antes de los 18 años aumenta el riesgo de aparición de trastornos psicóticos y rasgos de esquizofrenia. El riesgo es aún mayor en menores de 15 años.
Las capacidades de autocontrol, planeación y toma de decisiones resultan más afectadas a largo plazo si el consumo de marihuana comenzó en la adolescencia.
Desarrollar dependencia a la marihuana o consumirla más de cuatro veces a la semana durante más de tres años deteriora el coeficiente intelectual, especialmente en quienes comenzaron a consumirla antes de los 18 años.
Al dejar la marihuana, los consumidores regulares experimentan fallas en la memoria, el aprendizaje y la fluidez verbal. La probabilidad de revertir estas fallas cognitivas es menor y toma más tiempo en personas que comenzaron a consumir marihuana en la adolescencia.
Y éstos, son algunos de los múltiples problemas que ocasiona el consumo de marihuana. Así que,médicos, psiquiatras, psicoterapeutas, sociólogos y psicólogos, tendrán mucho trabajo en breve, a lo sumo un par de años.