“Las variadas formas de vulnerabilidad, de resistencia y resiliencia de los territorios se vuelven asuntos clave para comprender y evaluar la pandemia, pero también para diseñar las medidas de recuperación”. AMECIDER.
La salud es fundamental para el bienestar de la población y por ende para el desarrollo económico de las familias, las comunidades, los municipios, los estados y los países. En Morelos, la mayoría de los municipios son predominantemente agrícolas, ganaderos y comerciantes, donde la salud y el bienestar físico de los habitantes se convierte en su único activo y fuerza de trabajo, sin embargo, la mayoría de ellos también laboran en el sector informal, lo que se traduce en una cobertura de seguridad social muy limitada, por lo que los núcleos de esta población que labora en la informalidad o que se encuentra desempleada no tienen acceso a ella ni pueden aspirar a algún tipo de ayuda económica, de salud o de otra índole frente a la pandemia por COVID-19. Un ejemplo de ello, es el caso de Miacatlán, un municipio de la zona sur-poniente del estado, donde el 86.3% de los miacatlenses sufren de carencias por acceso a seguridad social, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en 2015.
Los gobiernos municipales no han contemplado en sus decisiones políticas, medidas efectivas de reactivación socioeconómica frente a la pandemia, pues en casos muy particulares, les es más fácil y viable realizar obra pública o recurrir a la entrega de despensas, que les permitirá asegurar su futuro electoral y político, a diseñar estrategias de recuperación para salir avante de la crisis económica que los habitantes de los municipios enfrentan por las características del empleo que desarrollan.
Reconocer que la pandemia ha tenido efectos diferenciados en cada municipio, grupo social o persona en nuestro país es importante, pues nos permite repensar y plantear formas diferenciadas en el afrontamiento de la pandemia. Se necesita conocer y estudiar la configuración de nuestros territorios, y así diseñar cursos de acción que nos permitan enfrentar esta crisis con múltiples facetas.
En el campo de la Ciencia Política, nos toca asumir una responsabilidad muy grande, sobre todo, a través del seguimiento y cuestionamiento de los contenidos de los programas de acción, es decir, de políticas públicas, acciones o decisiones políticas que permitan enfrentar los desafíos que trae consigo el COVID-19, con el objetivo siempre de actuar sobre formas que generen certidumbre a las comunidades.