/ martes 6 de octubre de 2020

López Obrador y Morena en el Poder Político

Bien lo dijo Armando Bartra en su obra “El principio” que el cambio de paradigma que impulsa la 4T es “primero los pobres”, y que es precisamente lo que está causando el empacho a determinados sectores y grupos de poder: personajes que critican duramente el actuar de López Obrador al grado de catalogarlo como el nuevo líder autoritario en América Latina.

Ahora, si bien es cierto hay muchos temas en donde el gobierno de la 4T no ha logrado cumplir los objetivos prometidos como el crecimiento económico así como garantizar la seguridad pública, principalmente, también hay que resaltar que se han efectuado una serie de acciones tendientes a 1) combatir el binomio corrupción-impunidad que ha permeado en las instituciones al grado de acrecentar la delincuencia organizada y por ende vulnerar el Estado de Derecho, y 2) enfocarse en programas sociales a favor de los sectores más vulnerables que permitan un desarrollo económico, bajo el principio de la austeridad republicana que ha sido otra de las políticas objeto de críticas en virtud de los recortes presupuestales principalmente en ciencia y cultura.

Se dice que López Obrador es un personaje obstinado, autoritario y una amenaza para la democracia; sin embargo, lo cierto es que es un político que tiene claro que para que su proyecto de nación trascienda y tenga continuidad más allá de su respectivo sexenio debe borrar y rediseñar instituciones y leyes de corte neoliberal que se habían configurado en los últimos treinta años y que abonaron a la desigualdad social y a la corrupción institucional. De tal forma que Andrés Manuel López Obrador, como sujeto carismático en términos de Weber, es lógico el ataque por partes de otros agentes de poder que ven en él y su movimiento como un factor que afecta sus intereses, y que no por nada obstaculizaron su llegada a la presidencia desde el año 2006. Pero ahora que él y Morena han llegado al poder tienen que cumplir con la segunda recomendación de Maquiavelo: mantenerse en el poder. Y es precisamente lo que está haciendo, por ello la reconfiguración institucional y legal para que su proyecto político tenga desarrollo y trascienda en el tiempo, cosa que no lograron cuajar los gobiernos panistas cuando tuvieron su oportunidad. Y bajo este contexto es que se ha desatado una lucha por el poder manifestada en los constantes ataques al gobierno de la 4T que se expresan principalmente en los medios de comunicación y en las redes sociales. Cabe señalar que esto no es nuevo en la política mexicana, lo mismo se vio durante el conflicto entre Liberales y Conservadores en el siglo XIX donde Benito Juárez era referenciado de manera denostativa por las élites de aquel entonces, como nos los señala Carlos Monsiváis en “Las herencias ocultas” cuando los conservadores se referían a Juárez como “la Bestia apocalíptica” o “el esbirro de los norteamericanos”.

En cuanto al Partido Morena, paradójicamente se está librando una lucha interna por su dirigencia que puede causarle una fragmentación en detrimento de la unidad partidista que requiere, distorsionándose así en un PRD que se llenó de personajes que contrastaban su actuar con la génesis de izquierda que lo caracterizó por algunos años. En este sentido, recordemos que durante el siglo XX uno de los pilares del sistema político mexicano, de acuerdo a Arnaldo Córdova, fue el partido oficial que consiguió unir en un solo bloque las fuerzas dispersas de aquel entonces y así lograr el poder suficiente para imponerse a la oposición, logrando gobernar por más de setenta años, y que si bien es cierto había un autoritarismo, esto contribuyó a una estabilidad política que ya en el siglo XXI fue superada.

De tal manera, Morena necesita cerrar filas y depurarse de aquellos personajes que no representan las bases ideológicas que dieron nacimiento a este movimiento que necesariamente se tuvo que convertir en partido político dándole una oportunidad más y quizás la última a un sistema de partidos que dejó de ser el instrumento para que la ciudadanía se involucrara en los asuntos de la vida política. Se trata pues de que Morena deje de ser un partido lleno de personajes a la sombra de López Obrador donde gran cantidad de miembros se posicionan con una fotografía abrazando al presidente de México, y no por su desempeño político.

Bien lo dijo Armando Bartra en su obra “El principio” que el cambio de paradigma que impulsa la 4T es “primero los pobres”, y que es precisamente lo que está causando el empacho a determinados sectores y grupos de poder: personajes que critican duramente el actuar de López Obrador al grado de catalogarlo como el nuevo líder autoritario en América Latina.

Ahora, si bien es cierto hay muchos temas en donde el gobierno de la 4T no ha logrado cumplir los objetivos prometidos como el crecimiento económico así como garantizar la seguridad pública, principalmente, también hay que resaltar que se han efectuado una serie de acciones tendientes a 1) combatir el binomio corrupción-impunidad que ha permeado en las instituciones al grado de acrecentar la delincuencia organizada y por ende vulnerar el Estado de Derecho, y 2) enfocarse en programas sociales a favor de los sectores más vulnerables que permitan un desarrollo económico, bajo el principio de la austeridad republicana que ha sido otra de las políticas objeto de críticas en virtud de los recortes presupuestales principalmente en ciencia y cultura.

Se dice que López Obrador es un personaje obstinado, autoritario y una amenaza para la democracia; sin embargo, lo cierto es que es un político que tiene claro que para que su proyecto de nación trascienda y tenga continuidad más allá de su respectivo sexenio debe borrar y rediseñar instituciones y leyes de corte neoliberal que se habían configurado en los últimos treinta años y que abonaron a la desigualdad social y a la corrupción institucional. De tal forma que Andrés Manuel López Obrador, como sujeto carismático en términos de Weber, es lógico el ataque por partes de otros agentes de poder que ven en él y su movimiento como un factor que afecta sus intereses, y que no por nada obstaculizaron su llegada a la presidencia desde el año 2006. Pero ahora que él y Morena han llegado al poder tienen que cumplir con la segunda recomendación de Maquiavelo: mantenerse en el poder. Y es precisamente lo que está haciendo, por ello la reconfiguración institucional y legal para que su proyecto político tenga desarrollo y trascienda en el tiempo, cosa que no lograron cuajar los gobiernos panistas cuando tuvieron su oportunidad. Y bajo este contexto es que se ha desatado una lucha por el poder manifestada en los constantes ataques al gobierno de la 4T que se expresan principalmente en los medios de comunicación y en las redes sociales. Cabe señalar que esto no es nuevo en la política mexicana, lo mismo se vio durante el conflicto entre Liberales y Conservadores en el siglo XIX donde Benito Juárez era referenciado de manera denostativa por las élites de aquel entonces, como nos los señala Carlos Monsiváis en “Las herencias ocultas” cuando los conservadores se referían a Juárez como “la Bestia apocalíptica” o “el esbirro de los norteamericanos”.

En cuanto al Partido Morena, paradójicamente se está librando una lucha interna por su dirigencia que puede causarle una fragmentación en detrimento de la unidad partidista que requiere, distorsionándose así en un PRD que se llenó de personajes que contrastaban su actuar con la génesis de izquierda que lo caracterizó por algunos años. En este sentido, recordemos que durante el siglo XX uno de los pilares del sistema político mexicano, de acuerdo a Arnaldo Córdova, fue el partido oficial que consiguió unir en un solo bloque las fuerzas dispersas de aquel entonces y así lograr el poder suficiente para imponerse a la oposición, logrando gobernar por más de setenta años, y que si bien es cierto había un autoritarismo, esto contribuyó a una estabilidad política que ya en el siglo XXI fue superada.

De tal manera, Morena necesita cerrar filas y depurarse de aquellos personajes que no representan las bases ideológicas que dieron nacimiento a este movimiento que necesariamente se tuvo que convertir en partido político dándole una oportunidad más y quizás la última a un sistema de partidos que dejó de ser el instrumento para que la ciudadanía se involucrara en los asuntos de la vida política. Se trata pues de que Morena deje de ser un partido lleno de personajes a la sombra de López Obrador donde gran cantidad de miembros se posicionan con una fotografía abrazando al presidente de México, y no por su desempeño político.

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