¡Mujeres!  La verdadera oposición. 

Sororidad

Reicelda Oxilia

  · jueves 28 de mayo de 2020

¿La nueva realidad? ¿Alguien sabe de verdad cómo será la nueva realidad cuando la economía se colapsa, cuando hay miles y miles que perdieron su trabajo y los Free Lancers, sin ningún tipo de apoyo, no saben qué hacer con su futuro?

Bueno, tratando de ser entusiastas y prudentes, ahora que "salgamos" a esta "nueva realidad" en la que se pretende dejar atrás las viejas ideologías capitalistas, pero no así las patriarcales, ni las que están en pro de la ecología pero que la austeridad nos hará más felices, no olvidemos que ya vienen también los tiempos de votación.

Para esto, será importantísimo que las mujeres sigamos haciendo cadenas hasta que se acabe ese tono despótico y minimizante cuando se refieren a nuestras desesperadas causas, porque somos la verdadera y única oposición de cualquier partido político. El tema de género, debe de tomar todas las tribunas.

Hoy, más que nunca, no debemos olvidar que las mujeres siempre hemos acompañado a los hombres en sus luchas a través de la historia, pero hemos ganado, nosotras solas, todos nuestros derechos.

Por eso me resulta difícil entender que algunas mujeres que ya ejercen cargos políticos y abogan por los derechos de las mujeres se digan no ser feministas como si se soslayara a nuestras antecesoras feministas quienes fueron, precisamente ellas, las que nos abrieron los ojos, las que nos abrieron el camino para que podamos votar, heredar, trabajar y transitar libremente en la sociedad, en la vida política y en los diferentes ámbitos de este país Muchas de estas mujeres utilizan palabras como, femenicidio, palabra "inventada" por la también feminista mexicana Marcela Lagarde en las últimas décadas y quien también impuso la palabra sonoridad en lugar de fraternidad (así, como mi columna en este periódico) y fueron ellas, las feministas, las que abrieron el durísimo camino para la despenalización del aborto y muchas cosas más.

Por otro lado, el Covid-19 ha evidenciado, más que nunca, la pobreza de nuestro país y las instituciones de beneficencia no se dan abasto. Ya es tiempo de que mujeres y hombres se hagan responsables de los hijos que decidan traer a este mundo y erradiquemos las vergonzantes estadísticas de madres solteras que atesora nuestro país, como si todas las madres desarrollaran su instinto maternal como se anuncia en las novelas, mañaneras y vespertinas y los hombres siguen gozando, en la mayoría de los casos, de una salubre impunidad. También, ya es tiempo de erradicar para siempre el daño que ha causado la pederastia de las sagradas instituciones religiosas.

Esta semana, en el Estado de Nuevo León, sorprendentemente, se pretendía debatir acerca de un "pin parental" en contra de la educación sexual que marcaría una contundente regresión a los avances en cuestiones de la sexualidad que han demostrado, estadísticamente, un importante decrecimiento en los embarazos de adolescentes. Definitivamente, no se debe, no se puede, es inmoral, es impensable anteponer la moralidad privada ante la educación laica en plena pandemia, en pleno siglo XXI. Sería una franca afrenta en contra del feminismo para que el patriarcado siga tomando el control sobre los cuerpos de las mujeres. Hasta el día de hoy, hemos vivido en un mundo vulgar y anti humano que además nos minimiza. Y, como dijera el filosofo mexicano Vicente Lombardo Toledano: "El derecho de educar, es del Estado, porque tiene el poder político, tiene el derecho de influir en la conciencia colectiva con permiso del mismo, de ahí la importancia de una educación laica e incluyente".

Nuestro camino es largo, intrincado y tan diverso que a veces resulta difícil comprenderlo y nos hace temblar la reacción de hartazgo de las mujeres, principalmente las de esta nueva generación, sin respaldo de su gobierno, porque quieren poner un alto definitivo a la zozobra de su vida diaria ante la muerte. ¿Que unos vidriecitos rotos? ¿Que unos monumentos pintados? ¿Y dónde está el clamor, la indignación, la denuncia, la vergüenza, la voz alta de toda esa sociedad preocupada pero que no dice nada en contra de los feminicidios que están mutilando a un de por si ciego y sordo país? Las mujeres no somos ni buenas, ni malas. Somos todo, al igual que los hombres, con la salvedad que hemos sido castradas física y anímicamente a través de los siglos.

Bien sabemos que los hombres también quieren dejar de ser víctimas del patriarcado porque, de una u otra manera han actuado, como han actuado, al ser respaldados por un sistema protegido a través de los siglos y muchas veces replicado por las mismas mujeres.

Mujeres y hombres somos también mente fina que nos permitiría avanzar, en lo posible, hacia un mundo mejor, sin violencias, sin fanatismos, sin pensamientos retrógradas. Alcanzar el anhelado mundo incluyente de todas las diversidades en donde no haya regreso, nunca más. Un mundo en el que aprendamos a respetar a la Tierra como absoluta prioridad porque estamos viviendo momentos de muerte, de alcohol y medicinas y todavía no entendemos la importancia de apostar a que este respeto hacia la Naturaleza y todo lo que ella emane sea la terapia que nos volvamos mejores personas.


Hoy, todo está trastocado.

Es el momento de construir nuevos e incluyentes paradigmas.

Estemos muy atentas.

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“Nuestra unión es invisible, profunda, de raíces de dolor, de abundancia, de amor incondicional de gracia. Es un bosque de nosotras en contacto bajo y con la Madre Tierra. Nada puede destruirlo porque quienes se oponen obtusamente a nuestra libertad y a nuestros derechos no imaginan sus profundas conexiones. Nuestra unión tiene la fuerza de mil generaciones”.


Silvia León

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