“Somos el azar de lo oportuno, la paz que termina con las guerras ajenas, dos rodillas arañadas que resisten con valentía. Miradnos. Decidimos cambiar la dirección del puño porque nosotras no nos defendemos: nosotras luchamos”. Elvira Sastre.
La violencia no se limita, mucho menos, entra en cuarentena, y en nuestro hogar, ahí, donde debería ser un lugar seguro para enfrentar la pandemia, ha sido siempre el lugar del miedo, la opresión, la agresión y el abuso, que nos mata, incluso, peor que un virus. La otra y vieja pandemia está en casa y ya lleva 163 mujeres asesinadas en nuestro país, en lo que va de la cuarentena.
Los síntomas de la violencia doméstica son muchos y, aún peores, que contraer Covid-19; “enfermedades en los sistemas digestivo y circulatorio, dolores y tensiones musculares, desórdenes menstruales, depresión, ansiedad, suicidio, uso de drogas, trastornos de estrés postraumático, lesiones físicas, privaciones y asesinato”, por mencionar sólo algunos.
El Covid-19 golpea de forma muy diferenciada a las mujeres. La estructura y asimetría social engendran la desigualdad de poder, nos convierten en vulnerables y nuestros escenarios son siempre de mayor riesgo. Amenazas, ofensas, golpes, acoso, abuso psicológico, emocional, físico, económico y sexual, violencia en silencio, agresiones que se han minimizado y mantenido invisibles, que nos quitan vidas, y que, ante la crisis y el confinamiento por la pandemia del coronavirus, disminuye y, en el peor de los casos, nulifica la posibilidad de escapar del agresor, de su violencia y su opresión.
Enfrentar el Covid-19 con perspectiva de género es una tarea de todos y todas, pero sobre todo, una obligación de los gobiernos y las instituciones, que aseguren reconocimiento, prevención, protección y respuesta inmediata a nuestras necesidades y al peligro que se acrecienta cada minuto viviendo en aislamiento, y que, siendo mujer, hace que se juegue con la vida y la muerte día con día. Pues no hay tiempo, ni lugar, ni virus, que impida o frene la violencia de género.
Porque, mañana, cuando todo esto termine y salgamos a las calles, a la escuela, al parque o al trabajo, queremos verte, encontrarte, saberte bien, y, que otra vez, estemos juntas para resistir y seguir luchando. Porque un México sin tí, es un país vacío.
Si eres víctima de violencia doméstica o te sientes en peligro, estos son los números de atención gubernamentales en México: 555 533 55 33 ó 911 y en Morelos: 777 538 66 09 ó 777 538 55 99 (Instituto de la Mujer Morelos). O a través de la Asociación Civil “Red Nacional de Refugios A.C”: 800 822 4460, correo electrónico: renarac@rednacionalderefugios.org.mx.
No estás sola, nosotras no soltamos.