Oasis de portentosa institución: el colegio de la Santa Cruz, de Tlaltelolco

Las vueltas que da la vida

Lya Gutiérrez Quintanilla

  · lunes 10 de mayo de 2021

Queridos lectores, espero me disculpen el que hoy Día de las Madres no hable yo de ellas, he leído excelentes artículos y reportajes al respecto así que entraré una vez más a la historia, concretamente a la Nueva España, a lo que fue ese gran encuentro que dio origen a nuestra “raza de bronce”.

Así entro de lleno al tama, claro resumido. Cuando pueblos de culturas diferentes entran en contacto entre sí, ya sea de modo pacífico o violento, sus distintas visiones del mundo con gran frecuencia generan confrontaciones, conflictos y persecuciones. La Conquista de México no fue la excepción. 1519 a las costas del Golfo de México, en plena Semana Santa, ese mismo año fundan la Villa Rica de la Vera Cruz y con ello el primer Ayuntamiento de América Continental. Llegaban con la tropa apenas dos o cuatro capellanes castrenses. Al redactar Cortés la primera Carta de Relación -que en su momento al llegar a España sus cartas se leían más que la Biblia tal era el interés por conocer noticias del Nuevo Mundo- parte Cortés con 400 expedicionarios y 1,300 indígenas que odiaban a los aztecas-mexicas y que por lo mismo se le iban uniendo a Cortés, principalmente de Tlaxcala.

Marchaban todos tras la conquista del imperio más poderoso, más temido, más odiado pero también más admirado y grandioso de Mesoamérica. Pronto se da cuenta de ello Cortés, dada la enorme civilización que encontró en cuanto entró al corazón de México-Tenochtitlan. Ahí mismo cuando vislumbró sus pirámides, el Templo Mayor y conoció a los poderosos dioses supo que si realmente quería conquistar tan vastas y formidables tierras para España, no le bastaría la conquista militar, sino que necesitaría aparejar a la misma, la conquista espiritual. Para lo cual escribe a la corte pidiendo que le envíen de su tierra: Extremadura, donde desde el siglo XIV se encuentra el Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, a un grupo de misioneros franciscanos bien preparados para la labor misionera que enfrentarían en la Nueva España. Los españoles en ese entonces, habiendo derrotado y expulsado a los musulmanes luego de ocho siglos de invasión, llega Cortés más que a una conquista, de acuerdo a uno de sus biógrafos, el francés Christian Duverger, con alma de cruzado.

De hecho Cortés que estudió en la Universidad de Salamanca, era muy devoto de la Guadalupe Extremeña, notablemente diferente a la nuestra, a la de todo México. Ya los pocos religiosos habían fundado una muy pequeña escuela en Tlatelolco a un costado del templo de Santiago. De acuerdo a la ideología franciscana, su misión sería la de ganar almas exclusivamente entre los naturales, lo que implicaría el retorno a un cristianismo original por el que habían luchado durante ocho siglos contra los árabes en la entonces península ibérica. A su vez, al-Andaluz, luego de su caída fue olvidada tanto por Europa como por el mundo musulmán, con el tiempo quedó como una bella leyenda que no hubiera pertenecido a ninguno de los dos mundos, plasmada magistralmente por el rico escritor norteamericano cosmopolita y viajero infatigable Washington Irving, en su clásica obra: “Cuentos de la Alhambra” publicada en el siglo XIX. De vuelta a Cortés y su petición de misioneros, el superior de la orden asentada en la provincia de San Gabriel Extremadura, al llegar al ahora Veracruz en 1524, con el fraile Martín Valencia a la cabeza, dividió al grupo en 4 que fueron enviados a: México-Tenochtitlan, a Texcoco, Huejotzingo y Tlaxcala.

Pronto se ganaron la confianza de los pobladores aún sin hablar sus lenguas por la humildad con que vivían, al igual que los tres frailes flamencos que les habían antecedido. Al poco tiempo llega otra barcaza con más frailes y otras más a fin de reforzar a la Conquista Espiritual. En 1528 llega fray Juan de Zumárraga, nombrado primer obispo de México cargo que ostentará de 1533 a 1547 cuando lo nombran primer arzobispo. Venían con él los frailes Juan de Alameda y Andrés de Olmos que tan importante sería este último por su afán de aprender el nuevo idioma y enseñar a todos los frailes el náhuatl dada la dificultad de entenderse con ellos y famoso también por la autoría de su Diccionario Náhuatl-Castellano, célebre hasta nuestros días; está documentada la visita de Olmos al templo franciscano, hoy Catedral de Cuernavaca. La primera gran escuela que se fundó en la Nueva España fue el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, iniciada sin ese nombre y de manera seria pero informal por los primeros franciscanos.

El plantel que se edificó con ayuda de los indígenas, fue inaugurado formalmente el 6 de enero de 1536 con el apoyo decidido de Zumárraga quien de esta manera lo apoyó y consolidó económicamente durante gran parte del siglo XVI por lo que debido a su preocupación por el bienestar de los indígenas, años después fue nombrado por el emperador Carlos I de España y V de Alemania, “Defensor de los Indios”. pues aunque tanto él como fray Bernardino de Sahagún llegado años después de Zumárraga, tuvieron que participar en sentencias contra varios descendientes de nobles indígenas fue tanto su horror, que lograron que la Inquisición los dejara en paz y no se metiera ya más con sus creencias ancestrales. La inmensa labor que desarrolló Sahagún en el Colegio y que lo convirtió en la Primera institución de Enseñanza Superior de América, antecesora de los subsiguientes universidades de México lo trataré en otro capítulo más. Hasta el próximo lunes y felicidades a todas las madres del mundo mundial.

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