Hace unos días culminó la exposición “El rumbo de mis pecados” de Brian O’neill en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca, la cual se exhibió durante dos meses, mostrando un poco del gran trabajo de este artista americano que radica actualmente en la Ciudad de la eterna primavera. Brian comentó que de joven quería ser un físico o un astrónomo, pero después se dio cuenta de que no era un científico, pues que tenía otra mentalidad y que su manera de descubrir el mundo, era haciendo cosas a través del arte, por lo que decidió estudiar la Maestría en Bellas Artes (MFA) en la Universidad de California en San Diego. Asimismo, trabajó como rotulista durante 12 años e impartió clases de diseño en diseño en el departamento de Arquitectura de la Universidad de Nairobi, Kenya.
“Brian O’Neill trabajó con el diseño gráfico. En su vida laboral realizó afiches publicitarios, en donde tuvo que atrapar los ojos del observador. Su trabajo de rotular lo plasma en su obra, que en algunos casos parecen letreros que nos gritan con sus grandes letras, reclaman observarlos, que nos impugnan. Su trabajo de ilustrador lo lleva a un manejo excelente de la composición y del uso del color; con destreza técnica plasma sus ideas, su idioma, para capturar la mente del observador. Brian estudió y trabajó la escultura, lo cual se muestra en su obra actual, en donde el manejo del volumen es excepcional”, señaló Víctor Hugo Sánchez Reséndiz en el texto de sala que acompañó a la muestra.
La exposición estuvo en dos salas y un pasillo de la planta baja del recinto cultural, dando muestra del excelente trabajo que ha realizado Brian en los últimos cuatro años durante su estancia en Cuernavaca.
Para algunas obras, traté de usar las ideas de México, símbolos, frases y cosas que la gente dice y puede responder a la perspectiva extranjera, tratando de hacer metáforas con distintos significados y sobre todo con ese humor y toque irónico que los caracteriza, comentó Brian O’Neill.
En el pasillo, Brian exhibe una serie de pinturas en papel con aerosol llamada “El desfile de las almas”, que sin duda, es una de las que más llamó la atención de los espectadores.
No soy religioso, pero el alma es muy fundamental. En esta serie hice seis grupos de 30, obteniendo 180 pinturas; en realidad comencé a hacer pinturas desde el año pasado sin tener una idea clara, cada papel tiene diferente color y utilicé diversos moldes que nos remiten a la importancia del alma, detalló.
Previo a entrar a las salas, pudimos apreciar varias obras realizadas con diversos materiales reciclados como cartón, tapas de huevo, papel, fierros y telas; complementando como aerosol, pintura, cinta adhesiva y otros materiales. Otra peculiaridad en su obra, es el acomodo de los cuadros y las piezas, ya que muchas estaban chuecas, demostrando su irreverencia que rompe con los estándares normales, pues su arte es abstracto con su propio toque, para darle un contexto único y especial.