La insólita Primavera
del amor siempre divino
hoy observa indiferente
el castigo que purgamos;
afanosa e indolente
pinta todas las praderas,
sin importarle la entrega
del sentimiento anhelado
que nos llegue al corazón.
NuestraTierra prodigiosa
femenina, cual ninguna,
tan azul y tan hermosa
desde siempre degradada
se sacude de repente
todo el daño infligido
en sus aguas cristalinas
y en sus vergeles garridos.
Se ha ocultado el horizonte
sancionando la imprudencia
de nuestro andar peregrino;
no quiere mostrar certezas
que nos devuelvan sosiego
porque aún no comprendemos
el sentido de esta historia
pues da lo mismo una vida
que purgatorios sombríos.
Y los muchos que amedrentan
en tan sórdida crueldad
nos hacen cargar a cuestas
el mundo oscuro en proclama,
con tantas mujeres muertas
y la enorme impunidad.
¡Oh, Naturaleza sabia!
que nos pones a tus pies
con pueril fragilidad
por la ausencia de virtudes
al ignorar la prosapia
de nuestro sagrado hogar.
Si acaso lo merecemos,
¿tendremos otra ocasión
de encontrar nuevas certezas
buscando en el horizonte
el anhelado mañana
que nos deje renacer
recomponiendo el camino
de nuestra osada altivez?
Vivimos tiempos obscuros.
La gentileza de un beso
o un abrazo concedido
se han convertido en veneno
por un contagio ladino.
El repleto vacío de las calles
de silencio estrepitoso
se pregunta dónde estamos
dónde nos habremos ido;
no sabe por qué hoy lloramos
escondidos tras los muros
con ojos de desconsuelo
la sonrisa enmascarada
y el corazón en vilo.
"Quédate en casa"