Las redes sociales en tiempos pandémicos se presentan cómo una plataforma que permite la conexión y creación a cientos de kilómetros de distancia, donde la presencialidad no se vuelve requisito para el encuentro, el juego y la conversación. Este formato es el que ha decidido ocupar la Colectiva de Artes Ajo Confita’o a través del proyecto “Encuentros del tambor”, que se realizará este viernes a las 17:00 horas (México) a través del Facebook de la colectiva y de manera simultánea en Chile y Canadá.
Esta nueva propuesta surge del proyecto “Cuentos del tambor”, que comenzó en 2014 como radioteatro y en 2016 se convirtió en una propuesta escénica. Ahora, evoluciona al formato web para alcanzar otras latitudes.
“En esta ocasión con todos los integrantes repartidos en América de Norte a Sur, vamos recogiendo los sonidos locales que rodea a cada uno para producir audiorelatos breves, con una fuerte carga de sensibilidades de distintas latitudes. Esto permitirá crear algo que tenga un significado para nosotros y que evidencie un trabajo de reflexión y una propuesta estética que lo sustente”, expresó Pablo Sánchez.
Los creadores del proyecto, nos hablan sobre el proceso que vivieron al realizar este proyecto a la distancia, con la idea de brindarle al público una propuesta que une culturas e ideologías.
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“Poner como horizonte el juego, la escucha activa, a partir de encuentros amorosos, tejidos y pensados desde el afecto, en tiempos pandémicos fue una prioridad, contrario a los tiempos capitalistas, que implican la productividad por sobre los cuerpos. Desde ese lugar fue un proceso calmo, con muchas risas, con mucha escucha desde el sentir, dejando de lado la obligatoriedad del crear en tiempos establecidos”, relató Julied Zapata.
Asimismo, Luisa Montes comentó, “Comunicarse a través de la pantalla es asumir que estamos en una mutación como sociedad es un llamado a no rendirse. El proceso creador también está desafiándonos, hay una necesidad creadora que pide expresarse; este es uno más de los miles de retos que han llevado a la expresión creativa al límite, estar allí, seguir allí desde lo artístico, para la familia, para mis amigos, pero por sobre todo para mí”.
Este trabajo le ha permitido a este grupo de amigos y artistas trabajar las emociones propias de este encierro, tales como la frustración, el asombro, el desconcierto, el desasosiego, la tristeza y la ansiedad.
“Este proceso nos ha permitido volver constantemente al sonido y la escucha, ya que, a pesar de ser importante, hay momentos en los que dejamos de hacer consciente los paisajes sonoros, pero más importante, dejamos de escucharnos. Desde pequeños asociamos los sonidos, lo asociamos a momentos, lugares, personas. El sonido de la voz de nuestra abuela, de la cafetera en la mañana, del mar, de cuando entraba un mal tiempo, del viento, de la voz del ser amado; todo es sonido, es vida, una forma de nombrar y nombrarnos”, dijo Alejandra García
Entre risas, Alhelí Arreazola comenta, que estos complejos momentos crear le ha permitido mantenerse cuerda, mantener sus emociones en equilibrio y ha sido un grito de desahogo, catártico para el espíritu y la mente, “El encierro sumado al temor, ha generado un sinnúmero de emociones que afectan nuestros cuerpos. Ver a mis compañeros, capturar sonidos del cotidiano, prepararme para verlos en la cámara, ya saben, incluso sacarme el pijama y ponerme un poquito de color en los labios, genera una tranquilidad”.
A través de este proyecto, coinciden en que lo más importante es cuidar las emociones a través del encuentro, cuestionarnos permanentemente la forma en la que nos relacionamos con los otros, permitiéndonos frenar la ansiedad productiva, darle cabida a la potencia de la escucha, no olvidando nunca que la posibilidad de crear es posible una vez que tenemos las necesidades básicas cubiertas y eso lamentablemente en Latinoamérica y el mundo es un privilegio, pues como dice Galeano “En este mundo chambón y jodido (…) la inmensa mayoría no tiene más que el derecho de ver, oír y callar”.