La Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción es uno de los principales instrumentos de los que disponemos para avanzar en esta lucha; la corrupción –desgraciadamente- ha alcanzado a personas, comunidades y naciones, debilitando la educación y la salud, socavando procesos electorales y reforzado las injusticias al viciar los sistemas de justicia penal y el estado de derecho.
Sin embargo ante lo caótico del fenómeno surge la pregunta, ¿qué podemos hacer como ciudadanos de a pie para contribuir al combate a la corrupción que se impulsa desde las Naciones Unidas?
Hoy, Día Internacional Contra la Corrupción, es una obligación mirar los datos duros arrojados por la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2019 para comprender el avance en la materia e identificar las áreas de oportunidad, sin embargo, es de mayor valor resaltar lo que conlleva ejercer prácticas justas en el contexto social en favor del desarrollo social y económico de los mexicanos.
De acuerdo con los resultados de la referida encuesta, Morelos es uno de los 17 estados federativos que disminuyó su porcentaje de víctimas de corrupción; colocándose por encima de la CDMX, Guanajuato, Durango, Puebla, Nayarit y por debajo de Chihuahua, Tabasco, Baja California Sur y Colima.
En el combate a la corrupción, es importante re direccionar los principios cívicos, primero se debe educar a la población acerca de la responsabilidad que tiene el gobierno de erradicar la corrupción, sensibilizar a la ciudadanía, los medios de información y los gobiernos en cuanto a los gastos que ocasiona la corrupción en servicios clave como la educación y la salud, así como también, ilustrar a los jóvenes sobre lo que significa un comportamiento ético, la corrupción y cómo combatirla, y alentarlos a que exijan el respeto de su derecho a la educación.
Es menester la apropiación e interiorización de la idea en que vivir en un país sin corrupción es una de las mejores herramientas para asegurar un futuro mejor.
Denunciar los casos de corrupción, es una forma efectiva de detener el abuso de quienes corrompen el sistema, así como fomentar un entorno en el que impere el estado de derecho y rehusarnos toda participación en actividades que no sean lícitas y transparentes.
El mayor desafío que tenemos como servidores públicos, es transmitir ideas certeras que se adentren en la mentalidad de las personas; sembrar los principios y valores de la lucha contra corrupción en favor del anhelado desarrollo social y bien común de quienes habitamos esta maravillosa nación y en este gran estado.