Actualmente, el Centro Cultural Jardín Borda, alberga la exposición “El segundo Imperio Mexicano en la pintura de Salvador Tarazona”, que está integrada por cuatro pinturas de gran formato, que son parte de un conjunto de 17 lienzos encargados por Elpidio Perdomo, que fue gobernador de Morelos en el periodo 1938 -1942.
Perdomo hizo esa petición especial al pintor y escenógrafo valenciano Salvador Tarazona Pérez para decorar la sala de sesiones del Congreso del Estado, cuando el Palacio de Cortés era utilizado como sede del gobierno estatal.
Basadas en la imaginación del autor, las obras se centran en el Segundo Imperio Mexicano, ocurrido durante la segunda intervención francesa entre 1863 y 1867.
En el texto de sala, el cronista morelense Valentín López González explica cada uno de estos cuadros; en la primera obra se puede ver a los emperadores Maximiliano I de Habsburgo y Carlota Amalia, junto a los miembros de su corte y una escolta de húsares austriacos, que viajan a Cuernavaca, deteniéndose en medio del bosque para descansar, justamente en el lugar conocido como “Paraje Fierro del Toro”.
La segunda obra, plasma un paseo nocturno de los emperadores e invitados especiales alrededor del estanque del Jardín Borda, que como es sabido, fue la residencia de descanso de los emperadores durante el verano; y hace referencia a las grandes fiestas que solían ofrecer los emperadores a sus amigos más cercanos, en este grandioso espacio.
Mientras que el tercer lienzo, se puede ver la leyenda de los amores de Maximiliano con la India Bonita, en los jardines de “El Olindo”, casa de campo del emperador construida cerca del Jardín Borda en el pueblo de Acapantzingo.
Finalmente, en la cuarta obra, Tarazona plasmó el momento en el que la princesa Agnes Salm Salm, está arrodillada frente al presidente Benito Juárez, pidiéndole clemencia por su esposo el príncipe Salm Salm y el emperador Maximiliano, quienes habían sido apresados en Querétaro en mayo de 1867.
Estas obras ahora han sido colocadas en el Centro Cultural Jardín Borda, pues plasman pasajes importantes en la vida del emperador Maximiliano, justamente en el espacio que ocupó durante su estadía en la ciudad y que ha sido muy significativo para la historia de Cuernavaca.