Mitad carne y mitad barro que se aferra a las profundas raíces que han querido ser arrancadas, con un andar de sigilosa hembra jaguar que se pasea por las montañas, Xochiquetzal se consagró en el ritual del arte y la poesía a través del performance erótico exponiendo el lienzo de su cuerpo para anudar todas sus potencias: Feminismo, erotismo, zapatismo. En ese lugar lugar en el que se sintió amada, libre y protegida entre muje-res, como nunca lo había sentido; una niña inocente se acercó curiosa a la escena esté-tica del performance y su cuerpo fue entonces sacramentado con un estremecedor “Te amo” en el Encuentro Internacional "Mujeres que Luchan". En Caracol Zapatista: Torbelli-no mis palabras en Chiapas, México.
Yo ya la había visto defendiendo la causa feminista en distintos foros del Estado de More-los y no me fue difícil entender que es una mujer muy comprometida con lo que hace. Me llamó la atención, particularmente, su mirada calma, sus frases contundentes, así como su mirar y acciones siempre generosas. Ella es madre de una hermosa joven, Ámbar Colibrí. Podría casi aseverar que la maternidad de Xochiqueztal la ha dotado de una es-pecial ternura. Desde lejos se percibe que su hija es su centro, fuerza primordial, fuente de inspiración en su lucha por los derechos de la Mujer. Ahora me entero que Ámbar Co-librí se ha ido de casa para construir su propio mundo en búsqueda de una vida sin vio-lencia que persiste en Morelos. Parecería que ya no es suficiente lidiar con el proceso de aceptación del nido vacío, sino también con este mundo que se vuelve cada día más irrespirable. Esta es una carta que le escribió Xochiquetzal a su hija de despedida des-bordando todo su ser. La compartió un día conmigo y ahora la comparto con ustedes:
"La creación de un mundo propio debe producirse.
Un corte, un punto y a parte, un distanciamiento. Una deviene autónoma. Pero una se individua para tejerse en la colectividad. En dicho proceso hay un claro ¨pasaje¨ de la simbiosis materna a otro estado del ser. Y siempre hay reminiscencias de ese lugar ma-terno, al que volvemos cíclicamente (o compasivamente), al que como Alicia o Coraline, entre más te alejas, más cerca estás. El lado representado como siniestro de lo materno, una fuerza centrípeta, un hoyo negro, Madre-imán. No es acaso la tumba, el cofre, la mar o la tierra el abrazo mortífero de la Gran Madre? Nuestras madres encarnan la potencia que las desborda, pero no hay un reconocimiento genuino, ni lugares sociales que le otorguen legimitidad (ni en la ciencia, ni en las religiones hegemónicas, ni en el orden so-cial). Hay que transitar un desgarramiento para la autopoyesis, para encarnar la indivi-duación, el encuentro con los límites yoicos, para experimentar su integración (para des-pués poder ritualizar su disolución). Vivir la consciencia de la finitud.
Cuerpo materno, hogar, refugio del caos. La separación está labrada por palabras, la Lengua produce los límites de la piel. Transcurre la infancia en el conflicto producido entre la función paterna y la materna, y prima el Orden Paterno/Patriarcal. La herida se produce por la Ley Paterna. Así, accedemos a este mundo – y su principio de realidad-, que es un mundo misógino, de individuos rotos. (Cómo serían otros mundos?, mejor dicho: cómo estamos produciendo otros mundos desde otros registros simbólicos antipatriarcales?). Junto con Muraro, pienso que hay que cuestionar la narrativa psicológica de la oposición rígida entre dependencia y autonomía, no un desgarramiento trágico en donde la deva-luación materna es el imperativo. Hay que desprenderse y reencontrarse con la Madre, no para acceder al orden fálico, que sostiene/reproduce la cultura misógina, sino para crear otro orden social en donde el mandato de la masculinidad no sea la violación ni el feminicidio.
Creemos otra mitología descolonizadora de Coatlicue/Coyolxauhqui, rearticulemos la fragmentación. Que la separación de Core (que se convierte en Perséfone) y Démeter no sea causada por un rapto y una violación, que no sea el engaño la razón de su estancia en el inframundo. Que muera y renazca la tierra sin ser mancillada. Que nuestras hijas no nos sean arrebatadas, que emprendan el descenso porque les da la gana, porque lo de-sean.
Muraro dice que entre otras feministas de la diferencia, encuentran la salida del laberinto, en dar traducción social a la potencia materna, es decir, en el reconocimiento de la madre como autoridad simbólica; para descubrir la necesidad simbólica de la madre, hay que escuchar la enormidad de nuestros deseos y de nuestros miedos, que irrumpa el desequi-librio y la desproporción (para volver al equilibrio). No lo podemos hacer fragmentadas, lo estamos haciendo urdidas a otras, desestabilicemos la falocracia en colectivo, soñemos y materialicemos ese nuevo orden entre todas. Ahí está la travesía. Feliz viaje hija.”
Desde el año 2000, Xochiquetzal es Coeditora de algunas revistas y periódicos culturales independientes (El ojo, erotismo, arte y cultura, En-aguas;zurcidas: mujeres en el arte, la ciencia y la cultura). Ella está obsesionada con el erotismo desde hace unas décadas y explora lo que ella llama, el performance ritual hibridizado, con su poética. Desde 2010 pertenece al Colectivo Lunámbulas con quienes ha intervenido artísticamente en múltiples espacios públicos y quienes enhebradas al Comité contra el Feminicidio en Morelos (Co-cofem), colocaron en las calles la denuncia de la violencia feminicida en nuestro estado. Es Becaria 2008 del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA), con el poemario “Bisabuelas de mil voces. Diosas Mesoamericanas”, aún inédito.
Ha publicado en algunas editoriales y medios independientes como Cinco Sentidos y As-trolabio. Forma parte de Artistario, iniciativa artística y Cultural del Estado de Morelos. De-formación psicóloga, por la Universidad Autónoma de Morelos y Especialista y Maestra en Estudios de la Mujer por la UAM-Xochimilco. Fue directora del Refugio estatal para muje-res víctimas de violencia extrema del Instituto de la Mujer para el Estado de Morelos. Ha sido docente universitaria desde principios de siglo, en temas sobre psicología comunita-ria, sexualidad y género. Actualmente es docente de la UAEM en la Facultad de Estudios Sociales de Temixco (FEST) y de la Licenciatura en Psicología en la UNINTER.
Xochiquetzal también fue coordinadora de Movimientos ciudadanos del PUECC (Progra-ma Universitario de Estudios de la Complejidad y Formación Ciudadana) de la UAEM. Ha colaborado en el Cuerpo Académico: Procesos Socioculturales y Perspectiva de Género del Instituto de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales (IIHCS) de la UAEM. Actualmente colaboradora coordinadora del “Programa de formación desde la crítica de género” del mismo instituto.
Aquí dos de sus poesías que reafirman su pensamiento:
La Zurcidora
Soy la zurcidora,
hilvano retazos de la historia.
La Diosa que rompe y junta.
F r a g m e n t a d a .
Mujer siniestra.
Broté de mi madre con armadura y pecho cercenado.
Cosmogonía vaginal.
Parí colibríes,
me volví agua, fuente rota,
T i e r r a – a l a r i d o que se quiebra.
Orgasmo, maná de mi desierto.
Maúllo líquida, mientras tu sexo
irrumpe mis enaguas.
Xochiquetzal
Ritual de flores preciosas.
En tu humedad de Temascal
y el vértigo de aguas claras,
caminas infinita el universo.
Con ternura de recién nacida
te abrazas a nuestro pecho.
Te pronuncio,
Mujer de mil voces.
Errante, apresuras tus pasos,
miras la palma de tus manos,
cruzas el umbral del ensueño.
Solo tú hablas con los muertos.
Amaneces asida a la nada.
Conjuro buenaventura,
presenciar el ocaso de lo irresuelto.
No hay recuento,
todo es vigente.
Los árboles crecen.
Contacto: xochiquetzal@uaem.mx
FB: Xochiquetzal Salazar