Aunque el destino parece empecinado en no permitirle figurar en el plano internacional, la artemarcialista morelense de 16 años, Alondra Pedraza Reza, se encuentra decidida a hacer historia formando parte de la primera delegación mexicana de kick boxing en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
La inasistencia a dos campeonato Panamericanos de artes marciales, por motivos extradeportivos, fueron golpes muy fuertes en el plano anímico para la atleta; sin embargo reconoce que no han logrado desplomarla.
Con una seguridad que asombra, afirma que se encuentra fortalecida y lista para enfrentar su mayor reto en su carrera deportiva: lograr el sueño olímpico en el país del sol naciente en un deporte que fue aceptado recientemente como deporte olímpico.
HISTORIA
Alondra Pedraza Reza es una joven atleta que desde los ocho años inició la práctica del karate. Hija del matrimonio Pedraza Reza, Alondra, vecina de la colonia Gabriel Tepepa en Cuautla, inició su instrucción en esta disciplina por la simple idea de practicar algún deporte.
Con sus primeros entrenamientos y alentada por sus padres que siempre le han inculcado el deporte, se dio cuenta que el arte marcial de origen japonés era lo suyo y fue ganando cintas, hasta lograr en 2017 la codiciada cinta Negra. "En mi familia, sólo mi hermano y yo que soy la menor practicamos esta disciplina, aunque él no continuó yo sigo activa, practicando actualmente también el kick boxing".
Sus inicios fueron en una escuela denominada Camacho Team, a la que llegó por la cercanía con su hogar. Al mes de iniciar su camino en el arte marcial, enfrentó su primer torneo de invitación en Yecapixtla, logrando un tercer lugar; "no me fue muy bien pero me sirvió para prepararme cada día más y fue como empecé a lograr trofeos que han sido mi gran motivación para seguir creciendo".
Desde la cinta blanca ha logrado con el paso de los años, escalar los diferentes grados hasta llegar al cinturón negro en diciembre de 2017. Detalló que con la obtención del máximo grado en las artes marciales, se abrieron las puertas para poder participar en competencias profesionales, "el llegar hasta acá implica una mayor responsabilidad, más exigencia en los entrenamiento, mejorar la alimentación con una dieta más estricta para cuidar el peso, en fin".
Actualmente es portadora de dos cintas negras: a la primera que obtuvo en kenpo karate, se agrega una segunda que consiguió un año después, en diciembre de 2018 en karate do, la cual consiguió en la organización Shudokan.
Son dos estilos distintos, y la busqué porque mi papá siempre nos ha inculcado buscar cosas diferentes y fue como por comentarios de amigos, nos animamos a buscar una segunda cinta, me preparé por otros seis meses para obtenerla
LOS TROPIEZOS ABAJO DEL TATAMI
A pesar de su exitoso paso por el arte marcial, la exponente cuautlense asegura que no todo ha sido miel sobre hojuelas.
Los principales obstáculos no han estado precisamente en el tatami, sino abajo de él. En 2016, aún con la cinta café, se ganó el derecho de acudir a un Panamericano de artes marciales en Europa, sin embargo no logró asistir por cuestiones económicas; "uno tiene que pagar todo, inscripción, viaje, hospedaje, en este caso la competencia era por una semana, y la verdad no pude acudir a la cita por no tener recursos para hacerlo"
Para 2018 decidió integrarse a la técnica del kick boxing, donde con la ventaja de haber practicado karate, participó en los principales eventos clasificatorios logrando el pase a otro encuentro Panamericano, este a celebrarse en Cancún, México. Confesó que en esta ocasión no fue un asunto de dinero sino de pantalón largo el que frustró nuevamente su participación.
"El dirigente de Wako Morelos (Organización Mundial de Asociaciones de Kick Boxing), por una diferencia con mi maestro, nunca nos avisó que teníamos el boleto el Panamericano. A pesar de que le insistimos de que nos informara, nunca lo hizo y lamentablemente investigamos y descubrimos demasiado tarde que efectivamente habíamos logrado ese boleto ", comentó.
Reconoció que ambas experiencias han sido las más amargas en ocho años de trayectoria y de esfuerzo por sobresalir; "te generan una gran impotencia y frustración, es lo más doloroso, más que perder cualquier torneo ", agregó.
SE ALISTA PARA IR A TOKIO
Sin dejarse vencer y levantando la cabeza como una auténtica guerrera de la vida, Alondra no se deja caer y asegura "tengo la mente puesta en los Juegos Olímpicos de Tokio, ahora que el kick boxing es ya una disciplina oficial".
Dijo estar consciente que para lograrlo, no sólo tiene que ser ahora la mejor representante de Morelos y del país, sino ganarse su lugar en las clasificaciones mundiales; "es el reto más grande de mi vida hasta el momento pero voy a buscarlo".
De lograrlo, la morelense formaría parte de una primera delegación mexicana histórica de la disciplina. "Estoy decidida y esta vez nada me detendrá", afirmó al cierre de la entrevista.
A pesar de su exitoso paso por el arte marcial, la exponente cuautlense asegura que no todo ha sido miel sobre hojuelas; Actualmente es portadora de dos cintas negras.