Como el año pasado, y aun desafiando la pandemia, los equipos del Felipe Neri y las Ballenas Galeana se reunieron para echarse una cascarita, pero también como una de las mejores formas de recordar a los amigos y compañeros de muchos años recorriendo las canchas de Morelos.

La forma de homenajear a quienes se han adelantado en el camino, es jugar una cascarita, es que muchos dejaron huella en el llano y algunos en el profesional del llamado deporte de las patadas.

La cancha de Atlacomulco fue el escenario para la reunión de los equipos más tradicionales del estado de Morelos, que generaron un sinfín de batallas en diferentes divisiones y han escrito historias en el futbol tlahuica, protagonistas y testigos de que en sus años mozos fueron de los equipos más emblemáticos en el terreno amateur de la que saltaron al futbol profesionales varios jugadores quienes portaron casacas de los equipos nacionales.

Esta vez las Ballenas del Galeana, y la oncena del Felipe Neri se reunieron con la consigna de homenajear y recordar a ex compañeros jugando una “cascarita”, como solían hacer los fines de semana, juego entre camaradas, caras conocidas y con el pretexto de convivir, y recordar muchas anécdotas que ahora ya son parte de la historia de estos clubes de futbol que representaron al estado en un sinfín de competencias.

José David Allende Nava; Arturo Escobar Lara; Jesús Antonio Salgado Casillas, y Migue Ángel Sánchez Omaña, se llevaron los aplausos al medio tiempo de este juego homenaje, en la que familiares, amigos, y público que se dio cita en esta cancha pudieron constatar que siguen siendo parte de estos equipos, que siguen existiendo en el recuerdo y cariño de cada uno de sus compañeros de juego, que ahora son parte de una lista de jugadores que se han adelantado en el camino, pero que dejaron un legado en sus familias, que pese a la rivalidad en la cancha al final siempre se estrecharon las manos y el fortalecimiento de los valores generaron familias sólidas y con el compromiso de seguir extendiéndolo en las nuevas generaciones.

Al final del juego la fiesta continuó con la convivencia entre ambas escuadras en la que se compartió el pan y la sal en cada uno de los presentes, y seguir con la suma de los recuerdos de cada uno de ellos.

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