Luis Antonio Avilés Ferreiro hizo historia en Buenos Aires con una medalla de oro en una prueba donde los mexicanos no habían podido figurar en los 400 metros planos. Sin embargo el juvenil de 16 años estuvo a punto de no asistir a la justa debido a una lesión en la columna vertebral ocasionada por los fuertes entrenamientos.
Pese al intenso dolor, el atleta viajó al país sudamericano y cumplió su sueño en los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018; escuchar en lo más alto de pódium el himno nacional mexicano, triunfo que dedicó a su abuelo recién fallecido.
El equipo técnico en México recomendaba que Luis no participara en Buenos Aires, pero hasta el último minuto el velocista decidió salir en busca de la gloria.
Habían pasado meses de trabajo intenso esperando el momento, incluido un campamento previo en Japón, para no dejarse vencer por su primer enemigo.
A su llegada a Argentina, una semana antes de su primera competencia, el oriundo de Cuautla estuvo sometido a un tratamiento de recuperación, y salió vendado para correr la prueba a la cual llegó con apenas hora y media antes de la salida, en una tarde lluviosa y con una temperatura fría no menor a los 12 grados centígrados.
Llegado el momento Avilés Ferreiro se olvidó de cualquier molestia, venció la barrera del dolor para llegar a la final y tres días después ganarla con marca de 1:34:23. No fue su mejor registro del año, pero suficiente para superar a sus contrincantes, de Zambia Kennedy Luchembe, y el de EU Nicholas Ramey, ocupantes del segundo y tercer lugar.
Luis regresará al país junto con el resto de la delegación mexicana hasta el próximo domingo 21, mientras seguirá en recuperación de la lesión en la espalda ocasionada por el fuerte entrenamiento con pesas que siguió para fortalecer piernas.