La selección natural es una fuerza que actúa discreta y continuamente en todas las especies que habitamos el planeta, nadie se escapa.
Este proceso define los patrones evolutivos de las especies. Los organismos más aptos son quienes son exitosos para sobrevivir y reproducirse, pero también sus crías, así que cualquier característica que les confiera una ventaja se considera una adaptación (aunque en realidad en la práctica no es tan sencillo).
Una de las adaptaciones por excelencia presente en prácticamente todas las especies es el engaño. Esa capacidad de persuadir no solamente a quien se considera una amenaza, sino para conseguir alimento o pareja, puede ser extremadamente ventajoso para la supervivencia.
Hay dos estrategias de engaño muy comunes en la naturaleza: el camuflaje y el mimetismo.
El primero es cuando un organismo se parece a su entorno natural por lo que se confunde con sus alrededores. Por ejemplo, hay muchas ranas cuya coloración (que incluso puede cambiar) es igual a la de las rocas en las que las encontremos. Acá la selección natural favoreció a las ranas que eran más difíciles de ver por los depredadores, por lo que fueron más exitosas sobreviviendo. El mimetismo es un tanto diferente ya que, en este caso, los organismos se parecen a otros no solamente físicamente o en hábitos alimenticios, también pueden parecerse en comportamiento.
Las serpientes Coralillo tienen sus imitaciones y hay varias especies que no son venenosas, pero (por presiones de selección que las favorecieron) se parecen.
Contrario a lo que se piensa, en México no hay un patrón determinado de coloración que nos pueda indicar si es una Coralillo verdadera o no, así que muy seguramente ni las personas ni los depredadores naturales vamos a detenernos a ver si las escamas en la cara nos indican si es peligrosa o no, mejor le corremos.
Hay otro tipo de mimetismo que es dentro de un mismo individuo, el automimetismo, que es cuando se imita una parte del cuerpo en otro lugar.
Por ejemplo, los insectos que parece que tienen ojos en la parte de atrás o las mariposas que al abrir sus alas parecen amenazantes ojos.
A veces, hasta para las interacciones sociales a veces una “mentira piadosa” puede salvarnos o evitar lastimar a las personas que queremos.
Pero hasta en la naturaleza los más mentirosos en muchas ocasiones son descubiertos, lo que resulta en una desventaja porque al mismo tiempo las otras especies desarrollan habilidades para evitar ser engañados.
Camuflaje y mimetismo: no todo lo que ves es lo que parece