Es muy común que confundamos arañas e insectos. La biología clasifica a estos bichos de manera diferente porque en realidad no son tan similares como pensamos.
Los insectos tienen tres pares de patas, antenas y un cuerpo dividido en tres partes: cabeza, tórax y abdomen. Además, los insectos presentan cambios en su forma a lo largo de las etapas de su vida: la metamorfosis. Hay algunas especies que cambian mucho y otros poco, la mayoría presenta cambios muy drásticos, huevo, larva, pupa y adulto, aunque (como la frase favorita de los biólogos dice) “depende de la especie” estas etapas van a cambiar.
Hoy nos vamos a centrar en la etapa juvenil de los insectos, principalmente del grupo de los lepidópteros, o sea mariposas y polillas. Las viscosas pero sabrosas orugas frecuentemente son muy llamativas, con muchos colores o algunas son blanditas y regorditas.
Las orugas tienen el cuerpo segmentado y unas patitas muy particulares, tienen seis pero pueden presentar pseudopatitas que desaparecerán cuando sean adultas. Respiran a través de su cuerpecito mediante unos orificios llamados espiráculos.
Son voraces y solamente herbívoras, aunque sí hay unas carnívoras de otros grupos de insectos como las hormigas, por ejemplo. En esta etapa están en pleno crecimiento y pueden comer muchísimo, de hecho mudan su viejo cuerpo completito cada vez que crecen, hay algunas que pueden aumentar su peso varias miles de veces más en muy pocos días.
Seguramente el término “azotador” nos remonta a nuestra infancia y al miedo de sufrir quemaduras terribles, y es que muchas de estas orugas tienen defensas muy efectivas en contra de sus depredadores. Algunas presentan espinas que parecen pelos y que pueden tener sustancias que provocan gran irritación.
Otras orugas tienen la toxicidad en su cuerpo, ya que obtienen estas sustancias de las plantas de las que se alimentan para poder protegerse, algunas incluso lanzan advertencias a través de su color y dicen: “Soy muy llamativa, si me comes o te acercas, quizá sea peligroso”. Incluso hay orugas que pueden ser mortales, pero en México no las hay, así que tranqui, está muy lejos.
A pesar de que suenan muy peligrosas, las orugas son fundamentales en las cadenas alimenticias de los ecosistemas, son el alimento predilecto de muchas aves que han desarrollado estrategias a lo largo de su historia evolutiva para soportar las sustancias tóxicas. Pero… los humanos también comemos larvas, ¿qué tal un mezcalito con un gusanito de maguey? ¡Salud!