El gorrión común (Passer domesticus), también llamado una especie de ave paseriforme de la familia Passeridae, está adaptado al hábitat urbano hasta el punto de ser el pájaro más frecuente y conocido en esas áreas en México y en Morelos, aunque en términos absolutos el pinzón es más abundante.
Vive como comensal del ser humano. Pero actualmente se encuentra distribuido en áreas urbanas por las zonas templadas de casi todo el mundo, pues ha sido introducido por el hombre en el resto de los continentes, a excepción de la Antártida. Puede llegar a vivir 13 años en cautiverio, aunque generalmente no llega a los siete años en libertad.
En algunos países es considerada el ave para denunciar el decrecimiento de las poblaciones en los últimos años.
Es un pájaro inteligente, vivaracho y curioso. Es sedentario y gregario. Siempre se encuentra en lugares habitados como calles, parques o jardines, así como huertas y granjas.
Es muy confiado ante la presencia humana y en ciudades grandes llega a tolerar distancias muy cercanas. En pueblos más pequeños se muestra más precavido. Se alimentan en el suelo, donde caminan dando brincos con sorprendente rapidez. Es común verlos hostigarse entre ellos o a otras aves para arrebatar la comida.
Durante la época cálida las bandadas son laxas. Una vez acabada la cría se agrupan en bandadas mayores, a veces en compañía de fringílidos o estorninos. Al anochecer se reúnen para dormir, usualmente en algún árbol o matorral espeso, y arman bastante algarabía hasta que cada pájaro se asienta en su lugar.
Sus alimentos consisten de semillas, tanto silvestres como cultivadas, aunque por su carácter de comensal aprovecha los desperdicios producidos por el ser humano, y en algunas zonas se alimenta casi exclusivamente de ellos. En áreas rurales acostumbra a robar el alimento de los animales de granja, por lo que no es muy apreciado.
De parejas monógamas
En la temporada cálida come insectos, principalmente langostas y saltamontes, en cuya captura está especializado, y ceba a sus pollos casi exclusivamente con ellos.
Los gorriones forman parejas monógamas (únicos) en cada estación de reproducción. La temporada de cría es larga.
El macho persigue a la hembra, que responde con el castañeteo típico de enfado y evita al macho; progresivamente va tolerando su presencia hasta que permite que la fecunde.
Construyen los nidos en primavera, con hojas secas, plumas y restos de papel. Anidan en grietas de edificios, debajo de tejas o en troncos de coníferas. Ponen de cuatro a cinco huevos en cada puesta. Pueden hacer hasta cuatro puestas, y éstas pueden suceder en cualquier momento durante la primavera.
Defensores de sus nidos
Protegen con agresividad el área alrededor del nido, tanto de otras especies como de individuos de su misma especie: los machos atacan a otros machos y las hembras hacen lo propio con otras hembras.
Es de tamaño pequeño (14-15 cm) y presenta dimorfismo sexual. En el macho el color de la corona es gris, el pico es negro en la época reproductiva y decolorante en el invierno. Presenta una línea postocular negra que se prolonga y rodea la zona auricular de color gris. Los lores, la garganta y la parte central del pecho también son de color negro. El dorso es café con rayas negras. La cola de color café oscuro al igual que las alas, que presentan una franja blanca. La rabadilla y las coberturas superiores de la cola son de color gris.
La hembra es de aspecto más pardo, carece de negro en garganta y el echo y las pequeñas coberteras son pardas.
Los juveniles son similares a las hembras, de las que se diferencian por su plumaje nuevo. En México son pocos los reportes sobre leucismo en aves pero se observan. Observaron la presencia de un individuo de Pipilo fuscus en la Ciudad de México y un adulto de Toxostoma curvirostre en el municipio de Mineral de la Reforma, en el estado de Hidalgo.
En el norte del país, el único y primer registro es sobre la paloma turca (Streptopelia decaocto); en Ensenada, Baja California, se encuentra lo más visible en algunos estados y se observan los albinos o leucismo.
En San Nicolás de los Garza, Nuevo León, se ha observado una hembra desde el 20 de marzo a la fecha. Ambas observaciones han ocurrido de forma casual, no se ha hecho una búsqueda de individuos aberrantes cromáticos (f. Biol. Anomalía morfológica o fisiológica extremas).
Los pájaros podrían perder los rasgos que los diferencian
Una investigación alerta de que para las aves la pérdida de biodiversidad debido al cambio climático tiene implicaciones que van más allá de la pérdida de especies, ya que además de la extinción se enfrentan a la posibilidad de perder las características que hacen que cada especie sea única.
En el estudio publicado los investigadores utilizan modelos estadísticos para predecir que la extinción disminuirá la diversidad morfológica entre las aves restantes a un ritmo mayor que la pérdida de especies por sí sola.
Los resultados del equipo revelan qué aves corremos el riesgo de perder y qué regiones son más susceptibles de homogeneizarse. Se han dedicado a examinar amplios rasgos morfológicos en las aves; por ejemplo, han estudiado la distribución de las diferentes formas de pico a nivel mundial.
"Empecé a preguntarme qué pasaría con el cambio global. No sólo cómo se distribuyen actualmente los rasgos a nivel mundial, sino qué podría ocurrir con la diversidad morfológica y filogenética en una crisis de extinción global”, explicó Emma Hughes, investigadora de aves en la Universidad de Sheffield (Reino Unido).
“Cuando las especies se extinguen se espera que los rasgos que representan también se pierdan. Pero lo que descubrimos fue que, con la diversidad morfológica, los rasgos se perdían a un ritmo mucho, mucho, mucho mayor de lo que podría predecir la mera pérdida de especies. Esto es realmente importante porque eso puede llevar a una gran pérdida de estrategias y funciones ecológicas".
La pérdida de diversidad es más probable que afecte a las aves con rasgos extremos. El tamaño y la forma de las aves varían enormemente en toda la clase, desde el gigantesco avestruz no volador hasta el diminuto colibrí zumbador.
"Éstas son el tipo de especies que uno esperaría que estuvieran en mayor riesgo de extinción. Encontramos pruebas sólidas que apoyan la hipótesis de que las especies más grandes y más pequeñas son las que probablemente corren más riesgo de extinción”. Los bosques secos y húmedos del sur de pueden ser o son también son vulnerables".
Esperan que ayude a comprender las formas en que la pérdida de biodiversidad cambiará el mundo. "La crisis de extinción global no sólo significa que estamos perdiendo especies. Significa que estamos perdiendo rasgos únicos e historia evolutiva, incluyendo especies que podrían conferir beneficios únicos a la humanidad que actualmente se desconocen"./ Con información de Roy Vargas