A pesar de que en México generamos 42 millones de residuos sólidos urbanos al año, únicamente se recicla apenas el 14 por ciento. El escenario no es tan diferente en Morelos.
Con base en información de la Secretaría de Desarrollo Sustentable, en el estado se producen dos mil 65 toneladas de basura en un solo día, lo que equivale a 1.1 kilogramos al día por cada persona. Se estima que en Cuernavaca la generación de basura rebasa las 500 toneladas diarias.
Lo mejor de todo es que el 92 por ciento de los residuos son recursos con alto potencial para el reciclaje, producción de energía y mejoradores de suelo (abono), pero no son aprovechados.
Esto provoca que aproximadamente el 70 por ciento de la basura termine en rellenos sanitarios que, en numerosas ocasiones, son tiraderos a cielo abierto, lo que ocasiona la contaminación del suelo y el agua, así como afectaciones para la salud.
Para Arcadio Monroy Ata, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, el principal obstáculo para el reciclaje de los desechos es que no se separan desde su origen y al mezclarlos pierden su valor y se convierten en basura.
Si se tomara el hábito de hacerlo, “casi todos podrían entrar a las cadenas de reciclaje”, más aún si se considera que cada habitante de la Ciudad de México, por ejemplo, produce un kilo y medio de desechos al día en promedio.
De los residuos sólidos que se generan en el país, la mayoría, 53 por ciento son orgánicos, los cuales además son húmedos porque se consume una cantidad importante de cítricos y otras frutas, y eso contribuye a que sean más pesados.
Asimismo, 14 por ciento es papel y cartón, seis por ciento vidrio, cuatro por ciento plástico (en peso, no en volumen), tres por ciento metales (como las latas de aluminio) y el uno por ciento textiles; el 19 por ciento restante corresponde a otro tipo de materiales, explicó el científico.
De las aproximadamente ocho millones de toneladas de desechos plásticos que se generan al año, solo se recicla 32 por ciento. En la Ciudad de México, por ejemplo, se aprovecha 90 por ciento pero en el resto del país solo 56 por ciento. "Los envases terminan, incluso, en el mar”.
El académico considera que las personas no cambian sus hábitos por decreto y recordó que cuando en México se estableció en la ley separar los residuos en orgánicos e inorgánicos, no sucedió lo esperado, todo quedó en letra muerta. Se instalaron botes separadores en numerosos sitios, pero en realidad la gente coloca sus residuos indistintamente.
A diferencia de ello, en Curitiba, Brasil, se puso en marcha un programa llamado "la basura no es basura" para cambiar los residuos sólidos separados por boletos de transporte público. La gente participó porque se beneficiaba su bolsillo.
En la Ciudad de México se intercambian residuos sólidos separados por verduras orgánicas, en fines de semana y solo en pocos sitios, y aunque la idea es buena, es insuficiente. "Sería un éxito si fuera a cambio de tarjetas para viajar en Metro o Metrobús”.
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