Alejandra Contreras, investigadora del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), precisó que en promedio siete de cada 10 personas atienden el etiquetado de alimentos, pues antes de adquirir un producto valoran cuántos sellos tiene y que tan dañino resulta para la salud.
Ya existen más de cien empresas que se han amparado contra la Norma Mexicana 051, para no tener que “advertir” a la población. Son 112 amparados desde el año 2020, que en su mayoría fueron rechazados, el último, amparo 358 desde el 19 de octubre está siendo evaluado y fue interpuesto por la empresa “Barrilitos” bajo el argumento de discriminación, generando una inequidad al etiquetar solo a los productos envasados o ultra procesados, que resultan más dañinos que los vendidos a “granel” (que son los que no están regulados).
“Lo que hemos visto en 5 estudios del instituto es que tienen resultados consistentes, es decir, si evaluamos la aprobación de la población, es que de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021, el 74 por ciento de los adultos reportan que es una buena medida. Si preguntamos a los padres de familia, según la corte VAM, la aprobación está en el 85 por ciento”, explicó.
Esto demuestra que es una herramienta que la población sí usa, pues los adolescentes dijeron en un 65 por ciento que lo utilizan para la toma de decisiones, mientras que el 67 por ciento de los adultos también reportan utilizarlo. Los etiquetados más considerados son los azúcares con el 26 por ciento, el de calorías con el 10 por ciento, según estudios.
Un 40 por ciento de adolescentes respondieron comprar menos productos que contienen sellos, para el 2021 el 45 por ciento de adultos reportaron comprar menos refrescos azucarados, dulces, botanas, postres y cereales de caja.
“el 42 por ciento dijeron que ya no lo compraron, el 29 por ciento compró un producto parecido pero con menos sellos, el 7 por ciento dijo que lo sustituyó por otro que no tiene sellos”, mencionó la investigadora.
Los padres de familia son los más preocupados pues el 88 por ciento dejó de comprar algún alimento que compraba para los niños; otros cambios que se han demostrado es que el 54 por ciento de las empresas “reformularon” su producto, es decir, que disminuyeron la cantidad de azúcar, grasas o sodio para tener menos sellos, sobre todo los llamados “fitness”, o “slim” que se vendían con una imagen falsa pues en realidad rebasaban los 3 sellos.
Aquellos productos que no han disminuido el número de sellos y que la población ha dejado de comprar han incrementado sus precios como los cereales de caja, que se han encarecido desde el 1.4 al seis por ciento en su precio comparado con 2018.
Alejandra Contreras reconoció que existen hábitos arraigados que difícilmente cambiarán, sobre todo en los adultos, “queremos que los niños no consuman refrescos de cola, ni otros, porque sabemos que será complicado que en etapa adulta quiten ese hábito, algunos sellos dicen exceso de cafeína no usar en niños, exceso de edulcorantes no usar en niños”, concluyó.
De usarse el etiquetado en cinco años se podrán observar cambios en la prevalencia de obesidad, que se estima sean 1.8 millones de casos menos, pero será en 2025 cuando se conozcan los resultados. La intención principal es informar a la población.
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