Los meses de confinamiento por la pandemia marcaron, a nivel mundial, un máximo histórico de lectores frecuentes y de tiempo dedicado a la lectura, por lo cual la reapertura del reconocido Callejón del Libro en Cuernavaca era un momento esperado, no solo por morelenses sino también por visitantes.
El corazón de la capital del estado, específicamente calle Comonfort, alberga el tradicional y único Callejón del Libro, que forma parte del recorrido cultural que oferta el Centro Histórico, teniendo como vecinos a la Catedral de Cuernavaca y hasta al Callejón del Arte, su hermano en la exposición y muestra de productos históricos, culturales y artísticos.
La asociación civil Callejón del Libro nació ante la idea creativa de Juan Francisco García Reynoso, arrancando un 19 de noviembre de 2009. Con 12 años de existencia ha logrado posicionarse entre el gusto del público lector, contando en su catálogo de productos con una amplia variedad de libros, nuevos, antiguos, de colección y de todos los géneros desde literatura, filosofía, entretenimiento, entre muchos más, así como material didáctico, revistas y discos.
El Callejón del Libro fue pensado a muy largo plazo, deseando sobre todo que sea de por vida para Morelos, con la intención de retomar las calles para la ciudadanía local y visitantes, cobijando historias y encuentros, anécdotas y sueños, con la esperanza de un futuro mejor para la ciudad y claro, el estado.
Héctor Cervantes Torres, presidente de la Mesa Directiva del Callejón del Libro A.C., recordó a El Sol de Cuernavaca que sus pininos fueron con otras actividades relativamente cortas, por lo que en busca de una actividad que durara más tiempo, decidieron crear este espacio de venta de libros, en especial cuando ya tenían la base, al estar agrupados desde tiempo atrás para vender libros en ferias y escuelas.
Antes de la emergencia sanitaria, El Callejón del Libro mantenía ventas que podrían considerarse razonables, expresó que si bien no les resolvía la vida a nadie, sí representaba una ayuda a sus finanzas, era un negocio sostenible, pero obviamente con la pandemia todo se vino abajo, tanto así que apenas hoy, a casi concluir el 2021, están recobrando un cierto nivel de ventas y cierta cantidad de clientes en consecuencia.
Frente a las medidas de aislamiento obligatorio se mantuvieron abiertos de manera intermitente aunque, de acuerdo a cálculos del comerciante, en conjunto estuvieron cerrados como año y medio, regresando dos meses antes de volver a cerrar al presentarse un rebrote de contagios y hasta hace unos cuantos meses que han estado abiertos de manera constante.
Las ventas de El Callejón del Libro han incrementando y poco a poco están consiguiendo un nivel de ventas como el que tenían antes del SARS-CoV-2, “la gente todavía se resiste un poco a salir, a no gastar, pero afortunadamente ya estamos en el camino de una recuperación. Es de agradecer que la gente nos haga el favor de venir a comprar”.
Vendedores Se pasan al mundo digital
Al no poder abrir, algunos de los comerciantes de El Callejón del Libro optaron por vender sus productos por internet, mecanismo que siguen haciendo, pero, a decir de Héctor Cervantes Torres, ha sido sumamente complicado de desarrollar, ya que en el espacio físico contaban con clientes que religiosamente los visitaban, como profesores, estudiantes y hasta turistas, posicionándolos en el sector comercial.
Desgraciadamente, expresó, con la pandemia se acabó y tuvieron que buscar clientes a través de internet, donde les fue relativamente bien, “a algunos muy bien pero a otros no tanto, fue variado y es difícil de medir”.
Esto se debió a que durante la pandemia y el confinamiento la lectura y la venta de libros incrementaran en este tiempo, recurriendo a ello para pasar el tiempo cuando salir no era una opción segura.
Otro de los grandes retos a enfrentar, dijo Cervantes Torres, fue el conseguir mercancía debido a que por varios meses todo se mantuvo cerrado y por ende, no conseguían nuevos productos, en Ciudad de México y Cuernavaca fue muy complicado; hoy el mercado de compra-venta se esta restableciendo poco a poco.
Como ocurrió en restaurantes y hoteles, los últimos fines de semana largos del año, se tradujeron para El Callejón del Libro con buenas ventas, al observar una mayor presencia de visitantes, atribuyéndolo al buen manejo de las autoridades, que han permitido que se recobre cierta normalidad.
En El Callejón del Libro, como su nombre lo dice, gran parte de los locales ofrecen este producto, pero Héctor Cervantes Torres, afirmó que nunca lo han sentido como una competencia, sino todo lo contrario, como algo complementario, porque lo que no trae uno, lo trae el otro, “la oferta es mucha, los títulos son muchos, de algunas mesas a otras, aunque estén cerca, la diferencia es abismal”.
“Amistad ya la teníamos desde antes, que es relativa, pero pertenecemos a una asociación civil bien organizada y eso nos hace tener ciertos respeto entre nosotros y nos ayuda mucho”.
Ni el hecho de cerrar por año y medio, ni tener bajas ventas fueron motivos para que los comerciantes pensaran en cerrar definitivamente este espacio cultural, al ser años de trabajo, de esfuerzo y que no pueden echarlos por la borda.
Están en el ánimo de los morelenses
El callejón lo integran aproximadamente 25 personas. En un principio tenían la idea de que fuera algo parecido al Tianguis Cultural del Chopo en la Ciudad de México, lo cual han podido hacer, contando no solo con venta de libros y revistas, sino también con artesanías, discos, cuadros y hasta ropa vintage para todos los gustos.
El Callejón del Libro abre sus puertas desde las 10:00 hasta las 18:00 horas, los sábados y domingos. Entre semana, los locatarios venden sus productos en librerías, bazares o por internet, al igual que se dedican a otras cosas, como es el caso de Héctor Cervantes Torres, quien hace encuadernación de libros y también los vende. Su amor por los libros nació por la lectura y después sus mismas actividades laborales lo llevaron a esto.
Considera que este es un lugar tradicional de Cuernavaca, que de alguna manera ya está en el ánimo de la gente y son un paseo más, “hay gente que no compra y solo viene a pasear, lo que es válido y se respeta porque esa gente trae más gente y eso nos da gusto porque también nos ayuda a vender”.
Puedes encontrar libros de todos los precios desde cinco hasta 10 pesos, libros antiguos que son más caros, nuevos, de colección, y sobre pedido. La diferencia con una librería es la oferta, tienen mucho más oferta que una librería porque no solo son libros nuevos, como pasa en las liberaría, aquí hay de todo, literal.