Cada 23 de septiembre, desde 1999, se conmemora el Día Internacional de la Bisexualidad, una fecha que busca la aceptación, inclusión y tolerancia hacia las personas que gustan de ambos sexos, eliminando estigmas y concientizando a la población sobre el respeto y la erradicación de la bifobia.
Las siglas LGBTTTIQ+ representan una amplia gama de diversidad, entre ellos la bisexualidad, personas que se encuentran emocional, afectiva y/o sexualmente atraídas tanto por personas que perciben como de su mismo género o como del género opuesto. Este sector llega a ser uno de los menos aceptados, no solo por la sociedad en general, sino por el mismo colectivo.
La bifobia es el odio o aversión hacia personas bisexuales. En términos generales forma parte de la discriminación hacia la diversidad sexual; sin embargo, en muchas ocasiones se registra al interior de la misma comunidad, siendo víctimas de actitudes hostiles al llegar hasta a pensar que la bisexualidad no existe y están “en camino a definirse en homosexuales”.
Y es que justo al estar cansados de la discriminación generalizada hacia este grupo social en Estados Unidos surgió la iniciativa encabezada por tres activistas bisexuales, Wendy Curry, Gigi Raven Wilbur y Michael Page, a fin de visibilizar el problema y pedir un cese a tanta intolerancia.
De acuerdo con Amnistía Internacional, a principios de los 90 comenzaron a establecerse organizaciones de activistas bisexuales, especialmente en Norte América; fue en 1999 en la conferencia anual de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex que la fecha quedó establecida.
La activista, Gigi Raven Wilbur, comentó en alguna entrevista que desde la rebelión de Stonewall, la comunidad de gays y lesbianas había crecido en fuerza y visibilidad. La comunidad bisexual también pero en muchos aspectos seguían siendo invisibles. “Yo también he sido condicionada por la sociedad a etiquetar automáticamente a una pareja que camina de la mano como heterosexual o gay, dependiendo del género que percibo en cada persona”.
Las personas bisexuales, afirma la ONG, son objeto de diversos abusos contra los derechos humanos por motivo de su orientación sexual. Figurando, entre ellos, la violencia, tortura y los malos tratos en centros de detención y discriminación contra su derecho a la salud.
Si bien la bandera del arcoíris es el símbolo por excelencia de la comunidad homosexual, desde finales de 1998 la comunidad bisex cuenta con su propia bandera creada por el activista Michael Page que combina los colores fucsia, purpura y azul.
El fucsia representa la atracción hacia personas del mismo sexo, el azul la atracción hacia personas del sexo contrario y el purpura todo el espectro que abarca la sexualidad entre los dos géneros.