Creo que todas las personas tenemos en la memoria un cielo que jamás olvidaremos. Yo recuerdo mucho el cielo de rojo intenso que parecía incendio en las costas de Hawaii al atardecer, jamás volví a ver uno igual.
Pero también recuerdo un amanecer violeta detrás de la casa de mi abuela que con la sombra de palmeras de coco hacía el marco perfecto para fotografiar. No hay nada que no mejore cuando se ven los colores del cielo.
Sobre todo, al amanecer o atardecer esos colores vivos que nos transportan a la paz total. En lo personal, los amaneceres muestran colores de tonos más violeta y son mis favoritos, pero los rojos intensos de la tarde también son espectaculares y no tengo que madrugar para verlos, punto a favor.
Pero, ¿por qué si el cielo es azul, en ciertas horas se cambia de color? Estos colores se los debemos a la refracción de la luz que es ese fenómeno físico que produce los arcoíris cuando salimos a regar el jardín, por ejemplo.
Los rayos del sol inciden en las gotas de agua con cierto ángulo específico que cambia la dirección y la velocidad produciendo colores. Por esa razón siempre nos sale un arcoíris al regar. Pero, claro, debe haber condiciones especiales en la incidencia de luz por lo que depende mucho de la hora.
Lo mismo sucede cuando los rayos atraviesan la atmósfera, pero el sol debe tener cierta altura sobre el horizonte para poder ver los colores. Entre más abajo o más arriba los colores cambian ofreciéndonos un espectáculo que nos deja con la boca abierta.
Acá la luz “choca” contra las gotas y cristales de agua suspendidas, junto con polvo, el oxígeno, nitrógeno y otros gases. Todas estas partículas absorben la luz y la dispersan y descomponen en diferentes direcciones según sus propiedades, cuantas más partículas haya, más colorido será el espectáculo.
De hecho, hay un fenómeno óptico que para observarse hay que tener paciencia, el famoso Rayo Verde del atardecer en el que justo después de la puesta de sol se observa por no más de dos segundos un destello verde sin igual. La tierra nos regala muchas bellezas todos los días, solo hay que detenerse a mirar.
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