Morelos es más que un territorio en el corazón de México; es un crisol de culturas, historia y tradiciones que se manifiestan en la gente, en el día a día. Conocidos por la calidez y hospitalidad, los morelenses estamos profundamente arraigados en nuestro patrimonio, a la vez que miramos hacia un mejor futuro.
El morelense típico es sociable, siempre dispuesto a compartir una sonrisa, una charla amena o un plato de comida. La convivencia es esencial, ya sea en una fiesta patronal o en el día a día. Este sentido de comunidad se refuerza por el profundo amor por las tradiciones, desde la cocina hasta el arte y la música.
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Pero no somos ajenos a los desafíos. Muchos luchan contra las adversidades con una resiliencia que evoca el espíritu de Emiliano Zapata, el hijo más famoso de Morelos y líder de la Revolución Mexicana. Aunque ha pasado más de un siglo desde su muerte, el ideal zapatista de “Tierra y Libertad” sigue teniendo resonancia. A menudo, este pasado revolucionario se invoca en la lucha contemporánea por la justicia social y la equidad, así como el amor a la tierra y al campo.
Situado en el corazón de México y con una población que ronda los 1.9 millones de habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2021, Morelos se encuentra en un punto crucial de su desarrollo. Historia, cultura y una población en constante evolución han dibujado un paisaje único, planteando tanto desafíos como oportunidades.
Un estado refugio
El investigador y promotor cultural Fernando Hidalgo recuerda que el auge demográfico en la capital, Cuernavaca, comenzó tras el terremoto de 1985. “Mucha gente se mudó desde el Distrito Federal a Cuernavaca, queriendo escapar de futuros terremotos”, dice.
Aunque esto generó un auge inmobiliario, la corrupción impidió que los beneficios llegaran a la población.
Más tarde, en los años 90, “la pobreza y el narcotráfico empujaron a muchos del estado de Guerrero y partes del Estado de México a migrar a Cuernavaca. Pero con ellos llegó también gente de mala fe, que alimentó el crecimiento del narcotráfico”, agrega Hidalgo.
Esta tendencia acentuó los problemas de inseguridad y falta de oportunidades que siguen afectando al estado.
La cultura y las tradiciones
La estrategia para cambiar la narrativa de Morelos, según Hidalgo, debe pasar por capitalizar su rica cultura y tradiciones. Inspirándose en el modelo español, sugiere formar “grupos multidisciplinarios para rescatar pequeños pueblos y convertirlos en destinos turísticos, manteniendo su herencia histórica”.
Pero, ante la inseguridad que caracteriza a Morelos, el desafío es considerable.
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“De hecho, creo que desde el ataque del dictador Victoriano Huerta a los pueblos de Morelos, no hemos experimentado una época tan trágica como la actual”, lamenta Hidalgo.
Sin embargo, también ve en la cultura un motor potencial de cambio y desarrollo económico.
Urgen nuevos horizontes
Paralelamente, Morelos afronta un retador panorama socioeconómico. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2020 el 42.2% de la población se encontraba en situación de pobreza. En el ámbito de la salud, el acceso a servicios de calidad es limitado, con sólo un 61.7% de la población con acceso a servicios de salud en 2018, según datos del Inegi.
La población económicamente activa en Morelos, de acuerdo con cifras del instituto hasta 2021, se estima en alrededor del 60% de la población total. Sin embargo, las oportunidades de empleo son a menudo escasas y mal remuneradas, empujando a muchos jóvenes hacia caminos no deseados.
“Si podemos proporcionarles trabajos y una forma de ganarse la vida honradamente, creo que podemos comenzar a cambiar esa narrativa”, plantea Hidalgo.
Desarrollo sostenible
Fernando Sarmiento Galán, Coordinador del Grupo Temático sobre Calentamiento Global de la Academia de Ciencias de Morelos, apunta a las energías renovables como una oportunidad de desarrollo sostenible para Morelos, con territorios ideales para la producción de energía solar, eólica e hidráulica.
“La generación de energía a partir de fuentes renovables tiene el potencial de ser un motor importante para el desarrollo económico de la región, al tiempo que contribuye a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero”, explica Sarmiento.
La adaptación a los nuevos tiempos no solo implica mantener las tradiciones y formas de vida, sino también la adopción de nuevas formas de comunicación y estándares de higiene y servicios. Además, Hidalgo insiste en la importancia de enfrentar la inseguridad, brindando más y mejores oportunidades a los jóvenes, muchos de los cuales se ven arrastrados al narcotráfico debido a la falta de alternativas.
Esta perspectiva puede albergar una visión integral para el desarrollo de Morelos. Por un lado, capitalizar su patrimonio cultural para impulsar el turismo y, por otro, apostar por las energías renovables para un desarrollo sostenible, en congruencia con una nueva economía local.
“La cultura puede ser un importante motor para el turismo y el desarrollo económico”, añade Hidalgo.
Al final, el desafío de Morelos es también su mayor oportunidad: abordar la inseguridad, la pobreza y la falta de servicios de
“Debemos revertir la situación actual con inteligencia y haciendo uso de nuestros propios recursos y gente. Creo que, a pesar de los desafíos, hay una gran voluntad entre los morelenses para mejorar el estado. Nuestro trabajo es canalizar esa energía de manera efectiva y trabajar juntos para construir un futuro mejor”, concluye Hidalgo.
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