Ana es un nombre ficticio, pero su historial es real. Hace un tiempo, en medio de un problema económico que enfrentaba, conoció a un hombre a través del “mundo del internet”; sin embargo, nunca imaginó que después de eso, su tranquilidad se vería amenazada por completo.
Los días se han convertido en una permanente angustia para Ana, y su ansiedad es más que notoria.
Esta historia tiene su origen unos meses atrás. Ana es una mujer de 30 años de edad con una situación económica muy compleja y la necesidad de someterse a una cirugía, así que su preocupación iba en aumento cada día que pasaba.
Solía frecuentar grupos de solteros a través de internet. Uno de esos días “simpatizó” con un hombre y empezó a conversar con él. Tras el paso de los días lo contactó y “la confianza creció”, así que un buen día cuando conversaban, Ana le confiaría que debía someterse a una cirugía pero que no tenía dinero.
El hombre, al que llamaremos Joaquín, se mostró solidario y comprensivo con la situación de Ana.
Días más tarde, Joaquín le ‘ofreció’ a Ana una solución para que terminara con su angustia ante la falta de dinero, así que le propuso tomarse unas fotos íntimas, enviárselas y, a cambio, él le daría mil 200 pesos.
Ana nunca imaginó lo que vendría para ella después y cómo es que su vida se convertiría en “un infierno” a partir de ese momento.
Después de analizarlo, aceptó “la oferta” que le había hecho Joaquín. Se tomó las fotos y se las envió, pero nunca recibió el pago prometido.
Ahora, Ana recibe todos los días y a todas horas mensajes amenazadores de Joaquín, quien presuntamente labora como policía de seguridad privada en el municipio de Yautepec.
La condición para dejarla en paz y no publicar las fotografías o enviárselas a su familia y pareja, es que acceda a tener sexo con él solo una vez.
“No sé qué voy a hacer, me está dando de plazo esta semana para que le dé una respuesta, dice que solo una vez tendríamos sexo y que después me dejará en paz. No le creo. ¿Y si intenta algo más conmigo?”, son las dudas que rondan en la cabeza de Ana.
El jueves de la semana pasada llamó en varias ocasiones a las líneas seguras del Instituto de la Mujer en estado, pero no tuvo éxito. Al día siguiente acudió a las oficinas.
Me contó que la atendió una psicóloga. Le explicaron que la situación por la que atraviesa no es un delito porque todo se trató de un “intercambio”, que no le tuviera miedo a Joaquín y que bloqueara su número de teléfono.
Ana desconoce que, en julio del año pasado, el Congreso de Morelos aprobó una reforma al Código Penal y a la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para sancionar hasta con 12 años de prisión a las personas que compartan imágenes o videos íntimos de una persona sin su consentimiento.
A esta reforma se le conoce como “la Ley Olimpia” en reconocimiento a la joven Olimpia Coral Melo Cruz que encabezó una lucha jurídica para que en México se pueda sancionar a quienes incurran en esa ‘práctica’.
Ana en este momento desearía nunca haber aceptado aquella “oferta” de Joaquín y no tener que estar viviendo en una angustia permanente al saber que su intimidad está en riesgo permanente.
Desearía también que alguien, alguna autoridad, de algún modo pudiera evitar que Joaquín cumpla su amenaza de difundir sus fotografías, y entonces ella pueda recobrar finalmente su tranquilidad.
Antes de concluir con la entrevista Ana me anticipa que se dará de baja de Facebook y, sin poder convencerla de lo contrario, se responsabiliza una y otra vez por la eventual publicación de sus fotos íntimas, “me lo tendré bien ganado por tonta”.