La década de los 90 nos regaló un sinfín de joyas cinematográficas, pero en esta ocasión, hablemos de esas películas de las que poco se comenta, pero que definitivamente si te gusta el mundo del underground, vale la pena recordar una cinta perteneciente a una de las trilogías más aclamadas del cine independiente, cuyo autor es el director estadounidense, Gregg Araki, quien es uno de los iconos del movimiento New Queer Cinema, el cual iba contra todos los valores, normatividad y moralidad de aquel entonces, pero además, agregaba a sus filmes una dosis de escenas bizarras y a veces, podría parecer, llenas de sinsentidos, excesos, drogas, sexo, diálogos y soliloquios cargados de pensamientos reflexivos y filosóficos, que en conjunto convirtieron sus películas en largometrajes de culto.
Se trata de los tres filmes Totally Fucked Up (1993), The Doom Generation (1995) y Nowhere (1997).
La más sobresaliente de éstas y la que sigue siendo relevante para los espectadores hoy en día tanto por su estética y por ser estandarte de los adolescentes inadaptados de los 90, es The Doom Generation.
Protagonistas
Esta cinta aborda una serie de temáticas sin tabúes en un road trip protagonizado por tres delincuentes juveniles, Rose McGowan, Johnathon Schaech y James Duval -quien aparece en las tres películas del director de Los Ángeles-.
Gregg Araki y el New Queer Cinema
Pero para entender un poco más la esencia del cineasta, sería bueno recordar que esta corriente del séptimo arte nace en medio de la proliferación y el estigma de las enfermedades de transmisión sexual, especialmente el VIH/Sida, además de la necesidad de expresar libremente la sexualidad en la pantalla grande, y más aún, lo impensable: la representación homosexual en las películas como algo nunca antes visto y ciertamente provocativo y punzante para el cine hollywoodense que no estaba acostumbrado a estas escenas y mucho menos las aprobaba.
Aunque de manera irónica y un poco cínica, Araki calificó a The Doom Generation como un filme “heterosexual”, soltando el comentario como una simple provocación para los detractores de su trabajo.
Sinopsis
Todo comienza cuando Amy Blue (McGowan) y Jordan White (Duval) bajo el efecto de las drogas, recogen a un guapo y demente vagabundo, Xavier Red (Schaech), para después inmiscuirse en una serie de crímenes y líos sexuales que desatan secuencias irreverentes, surrealistas y oníricas en donde todo escala de nivel y se vuelve una bola de nieve imparable sin que parezca preocuparle o importarle a ninguno de los protagonistas de esta historia.
Sin embargo, este trío impertinente que profesa conductas autodestructivas que lo mismo va por ahí asesinando gente que cogiendo entre ellos, convierte a esta película en un estandarte del cine de culto por su irreverencia y por ser subversiva.
Cinematografía: imágenes que atrapan
Además, no hay que dejar de lado la parte estilística, la cinematografía a cargo de Jim Fealy quien retrata los áridos paisajes por los que transitan los jóvenes a lo largo de las carreteras de EEUU, las luces neón, los cuartos de hotel psicodélicamente estéticos en los que se hospedan, y las contadas pero geniales escenas grotescas y sangrientas que regala Araki para deleite del espectador.
Censura: no apta para públicos sensibles
Su lenguaje altamente obsceno, sus diálogos cargados de humor ácido y violencia, hacen que esta cinta no sea apta para públicos sensibles, tan sólo hay que recordar su proyección en el festival de Sundance, la cual dividió a la audiencia y a la crítica especializada, algunos se levantaban de la butaca y abandonaban la sala horrorizados y había quienes la aclamaban; incluso, los últimos minutos del largometraje le costaron la censura debido a su violento final.
El cine Gregg Araki no es de éxitos taquilleros, es de películas específicas y transgresoras, un cine que desafía los valores rayando en lo absurdo, lo raro, lo loco y lo diferente.
El estadounidense fue un disruptor para la época y marcó pauta en el circuito independiente, considerado un punk por su rebeldía a la hora de poner sus ideas en pantalla, ofendió a varios y a su vez logró hacer que todo una generación incomprendida se identificara con esta cinta que sigue vigente, porque claro, siempre habrá inadaptados.
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