De la vida nocturna de la Cuernavaca de antaño destaca un lugar que ponía el mejor ambiente con música tropical: Zúmbale Discoteque, cuyo lema era "Saldrás zumbando".
Se ubicaba en Bajada Chapultepec, a un lado del también extinto Taizz, otra disco muy de moda en los años 90 y que eran destino predilecto para el turismo local y nacional que gusta de las noches de diversión.
Zúmbale era un concepto nuevo que le hacía competencia a otras como Samanna, pues el propósito de ambas era poner a todos los asistentes a bailar.
Alejandro Villalobos Bautista, discotequero y socio de Zúmbale, contó a El Sol de Cuernavaca que el concepto llegó a sus manos por invitación de Javier y David, colegas de tradición.
Así, este trío de empresarios le apostó a un concepto fresco y muy parecido a los populares de Acapulco, y el cual fue materializado en Zúmbale.
“Me dieron las llaves y me invitaron a que lo echara a andar en 1993. Empezamos a trabajar y a traer grupos. El concepto era para mayores de edad, música tropical, salsa, cumbia, mambo, todo lo que tenía que ver con lo tropical”, explicó Villalobos Bautista.
Comentó que fue tanto el furor de Zúmbale que necesitaron ir a La Habana, Cuba, a hablar con las instancias de turismo para que grupos de esa isla vinieran a tocar a la discoteca. Claro, sin olvidar que también hubo talento nacional.
Muchas cosas pasaron durante los 10 años que Zúmbale estuvo vigente: desde eventos de gobernadores, empresas, bodas, XV años, transmisiones de peleas y futbol, hasta la visita de grandes personalidades como el presidente José López Portillo con su esposa Sasha Montenegro, así como el cantautor Joan Sebastian.
Villalobos Bautista comentó que El poeta del pueblo, como se conocía al intérprete de Tatuajes, era de los clientes más queridos puesto que cada vez que llegaba al Zúmbale y agarraba la fiesta se dedicaba a cantar y deleitar a los presentes.
Pese a que el concepto fue hecho para mayores de 18 años, en apoyo a muchas causas se realizaron tardeadas para que los menores pudiesen conocer Zúmbale, eso sí, sin la venta de bebidas alcohólicas.
El tercer piso de la discoteca era un restaurante donde se servían tacos de arrachera y caldos de camarón, siempre sobre la línea tropical y de fiesta.
Durante casi una década fue uno de los puntos de reunión de quienes deseaban desconectarse del trabajo, de sus responsabilidades y de lo ajetreado que es vivir en la ciudad; por ello es que había muchísimos chilangos de fiesta en Cuernavaca.
Muchos recuerdos se quedaron en ese lugar y hoy, a casi 20 años desde que cerró sus puertas al público, algunas personas las rememoran, como don Héctor Moreno:
“Era de lo mejor que había junto con Samanna; el ambiente era muy bueno, pero sobre todo lo versátiles que eran en la música porque te ponían para todos los gustos. Los jueves eran de salsa, aún recuerdo que el diseño de la discoteca era en niveles y tenía una fuente artificial. Nos distinguía los que íbamos a bailar de los que iban a 'fresear' en la disco que estaba junto".
O la señora Aceneth de la Rosa, quien dijo: "En la primera y única vez que fui conocí a mi esposo. Ya tenemos 29 años juntos”.
Zúmbale vivió su auge y gozó de gran prestigio entre la rama discotequera; sin embargo, sus puertas tuvieron que cerrar en 2003 por cuestiones financieras y la gran competencia que había entre todos los lugares del mismo giro que abrieron en la época.
“Decidimos cerrar y ya no seguir manteniéndolo. Gracias a Dios se cerró en una época donde no nos tocó grupos de gente que llega a extorsionar y demás que mantiene a los lugares con una operación difícil, junto con eso, la juventud y los mayores son quienes pagan porque no tienen a dónde salir a divertirse sanamente”, concluyó Villalobos Bautista.
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