Morelos, conocido como el jardín de México, ha sido tradicionalmente una de las principales regiones productoras de plantas de ornato en el país.
No obstante, la vitalidad del sector enfrenta hoy en día una serie de obstáculos que amenazan su prosperidad y han conducido a la suspensión de ambiciosos proyectos, como el que pretendía dar a Cuautla el nombramiento de Vivero de México o abrir una Universidad del Viverismo en Morelos, entre otros de los que ya casi nadie se acuerda.
Proyectos estancados
El otrora prometedor Instituto de la Flor, que a mediados de la década de 1990 apuntaba a poner a Morelos en el mapa como líder en producción de flores y sus derivados, es ahora un recuerdo.
Fue concebido como vehículo para la investigación, desarrollo y promoción de la floricultura en el estado, pero después de años de falta de apoyo gubernamental y financiamiento, el Instituto quedó en un limbo y su influencia y relevancia disminuyeron con el paso del tiempo.
"La floricultura ya era una parte integral de la economía de Morelos", recuerda Carlos Rivapalacio Than, abogado e hijo del exgobernador Antonio Rivapalacio.
En su apogeo, el Instituto de la Flor era un ente pionero que trabajaba en colaboración con productores locales, investigadores y gobiernos para mejorar las técnicas de producción y promover la floricultura en Morelos.
Fomentaba la producción de aceites esenciales y otros productos derivados de las flores, con la visión de convertir a Morelos en un gran exportador de flores y productos florales a nivel global.
La organización también proporcionaba formación y asistencia técnica a los floricultores, en un intento por mejorar sus técnicas de producción y aumentar su competitividad en el mercado.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la falta de apoyo gubernamental y financiamiento, así como una serie de políticas cambiantes, llevaron a la institución a una declinación gradual.
Con la falta de una dirección clara y la incapacidad de adaptarse a los desafíos del mercado, el Instituto perdió su impulso y eventualmente quedó obsoleto.
A pesar de los intentos por revivirlo, el Instituto de la Flor nunca pudo recuperar su antiguo esplendor y su desaparición marcó el fin de una era dorada de la floricultura en Morelos.
El proyecto Cuautla, Vivero de México fue otra de las iniciativas más prometedoras que buscaban revitalizar el sector en la región. Tenía como objetivo central la unificación de los viveristas para fortalecer su presencia y voz ante autoridades.
Según Keiny Ramírez, antigua miembro de esta iniciativa, el proyecto se estancó por la falta de apoyo gubernamental real y tangible: “Existen muchas promesas de apoyo que, si llegan, no van más allá de la foto. Y ahí se queda el proyecto”.
Pero no fue lo único, Ramírez señala que dentro del gremio existe división y un ambiente de competencia que ha impedido que los viveros más pequeños y medianos crezcan: “Los grandes viveros internacionales no permiten que los viveros pequeños crezcan, creando una desigualdad que impide un manejo adecuado del sector”, lamenta Ramírez.
Otra apuesta que no se concretó fue la Universidad del Viverismo, que buscaba mejorar las condiciones de vida de viveristas y sus familias al proporcionar educación especializada para sus hijos.
“El proyecto estaba casi terminado. Iba a estar detrás de la Facultad de Estudios Superiores de Cuautla, en la zona del recinto ferial. Fue un proyecto que se presentó al Gobierno del Estado, se autorizó y ya no sucedió”, relata Ramírez.
Las ventas bajan
Giovani Romero, propietario del vivero Romen, dedicado a la producción y comercialización de orquídeas, señala: “Lleva unos meses que las ventas están hacia abajo. Aunque es cuestión de cada productor, es una posibilidad latente que se reduzca la producción para que no haya una sobreproducción”.
Destacó que algunos productores han decidido bajar los precios para seguir siendo competitivos. Esta estrategia, aunque puede parecer acertada a corto plazo, puede no ser sostenible en el tiempo y podría tener consecuencias negativas para la salud económica del sector.
Deshojando la historia
La realidad del viverismo en Morelos es un relato de aspiraciones truncadas y dificultades emergentes. El sector, a pesar de su importancia económica y cultural, lucha por mantener su estabilidad y proyectarse hacia el futuro en un entorno cada vez más incierto.
Su historia es rica y se remonta a la era prehispánica, cuando los pueblos indígenas cultivaban variedad de plantas en huertos y jardines. Con el tiempo la región desarrolló una reputación por la producción de plantas de ornato de alta calidad, atrayendo a compradores de todo México y del extranjero.
Morelos produce una gran diversidad de plantas de ornato que van desde flores tradicionales como rosas y geranios hasta especies más exóticas, por ejemplo orquídeas y bromelias. Los viveros de Morelos son famosos por su enfoque en la producción de plantas de ornato, que son muy valoradas por su belleza y calidad.
Entre las plantas más populares que se producen en Morelos están las orquídeas, helechos, azaleas, bromelias, cactáceas y una amplia variedad de plantas medicinales y de sombra.
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