Comerciantes de la feria de Tlaltenango señalaron que en esta edición hubo una disminución notoria en las ventas a comparación de años anteriores como en el 2019, que fue la última edición prepandemia, ya que la afluencia, así como las ventas, se vieron afectadas.
Fueron 500 comerciantes los que el ayudante municipal había dicho que estarían vendiendo a lo largo de los 11 días de la feria, sin embargo, en el último día los espacios vacíos se empezaron a hacer presentes.
Uno de los testimonios de los vendedores señaló que pese a que han acudido por casi 30 años a la feria de Tlaltenango y después de dos años de estar completamente sin trabajo, vieron el regreso de la celebración de Nuestra Señora de los Milagros como una gran oportunidad para activar su economía, sin embargo, tristemente no se pudo aprovechar.
Incluso mencionó que la ayudantía no brindó el apoyo que los comerciantes esperaban: "La verdad la ayudantía está mal, no dió mucho apoyo... Ya ve que todo está caro, y si se siente como baja la venta", explicó la señora María Eugenia, quién se mueve por las ferias en las ciudades aledañas con su juego de canicas.
En cuanto a la venta, otra testigo mencionó que "estuvo un poco baja, yo creo que la gente todavía se pueda recuperar... A comparación de los años anteriores si vemos una disminución", mencionó la señora Victoria, quien con su puesto de mole artesanal viajó desde Guerrero a instalarse una edición más a la feria en Cuernavaca.
En un inicio se había comentado que la feria no incluiría productos de origen "chino" o importados, así como piratería; sin embargo, a lo largo de los casi tres kilómetros de negocios se encontraban al menos 15 comercios que ofrecían estos artículos, así como maquillaje económico e incluso relojes clones.
Al menos en los últimos días de la feria, ésta no contó con los protocolos de sanidad que habían presumido en su inicio, como lo era regalar gel antibacterial en ambas entradas, así como elementos de la ayudantía brindando cubrebocas a quienes no lo portaban.
Otra de las problemáticas que surgieron a raíz de la poca atención a la feria fue que no había botes de basura, lo que ocasionó que en algunas esquinas se vieran montones de basura.
Algunos comerciantes apuntaron a que por ser el último día y lluvias presentadas por las noches, muchos de sus compañeros se fueron antes de tiempo, pues el levantamiento de los negocios se tendría que hacer por la madrugada de este domingo 11 de septiembre para dejar la vialidad despejada el lunes 12 de septiembre por la mañana.
La vida de un comerciantes de feria
Las ferias tienen sus complejidades, sobre todo cuando cae la noche y los visitantes se van a sus casas, pero los comerciantes no pueden ir a la suya ya que su hogar se encuentra dónde esté su negocio.
No tienen en dónde hacer sus necesidades básicas como dormir, bañarse y hacer uso del sanitario durante las ferias y fiestas en las que trabajan en la calles: el frío y la lluvia son su día día.
Miguel Ángel lleva trabajando más de 10 años en las ferias, este 11 de agosto fue su último día en la feria de Tlaltenango y nos contó cómo es su vida laboral; la panadería es tradición en su familia, es originario de la Ciudad de México (CDMX) y desde el centro de país viajan prácticamente todo el año estableciendo su puesto en las ferias a lo largo de la República.
"Trabajamos bajo agenda, al terminar esta feria hoy por la noche (11 de septiembre) levantamos el puesto y nos vamos a Cuatzalapa en Guerrero, allá vamos a estar 15 días, a veces son trayectos bastante largos, ahorita sí está cerca pero de pronto nos vamos hasta Guadalajara".
Contó que ser un comerciante rodante tiene sus ventajas pero también su lado amargo, pues su familia y amigos se quedan en la CDMX. Incluso pasan meses sin volver a su casa.
Algo que le gusta mucho a Miguel es conocer el país, sus tradiciones y dedicar por lo menos un día durante su estadía para comer en la ciudad que visten.
Al terminar su estadía en Cuernavaca comienza de nuevo la aventura y el trabajo más pesado es montar y desmontar las máquinas e infraestructura del puesto.
Sin embargo el trabajo se aligera gracias a sus compañeros con los que viaja: "También aquí somos familia, somos 3 y entre nosotros ponemos y quitamos el puesto, los 3 sabemos hornear, preparar y atender el negocio, somos un buen equipo".
Recordó cuando la pandemia llegó, su trabajo se paró por completo y desde su casa vendían pan, sin embargo no les fue bien. En cuanto a las condiciones, les permitieron volver a las fiestas patronales y festividades en la república.
Con información de Valeria Díaz.
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