Poco ha importado en el mercado de energéticos los anuncios de un tope a los precios del gas LP que en agosto hizo el presidente, Andrés Manuel López Obrador.
En los diez primeros meses del año, el combustible tuvo incrementos que, acumulados, hacen que los consumidores tengan que pagar 26.3 por ciento más por el llenado de tanques estacionarios o por el que se entrega en cilindros.
El anuncio de un nuevo aumento del gas LP para la primera semana de octubre colocó al fluido en 24.44 pesos por kilo en cilindro. El precio, comparado con el de 19.35 pesos de diciembre pasado, o 20.50 pesos del primer incremento en enero, significa un incremento sostenido que afecta a igual a los hogares que a las empresas turísticas, la industria, la producción de alimentos.
Por su parte, en el caso de los restaurantes, semanalmente se pagaban ocho mil pesos en este hidrocarburo en enero y ahora se erogan 13 mil pesos, es decir cinco mil pesos más en septiembre, de acuerdo con Griselda Hurtado, presidenta de la Canirac.
Los empresarios restauranteros señalan que el aumento de gas que se ha dado en esta última semana ha venido a repercutir en ellos, ya que a pesar de que se anunció que habría un tope en sus costos, se ha dado un aumento que les ha generado pérdidas.
Jorge García, presidente de la Asociación de Panaderos Artesanales en Cuernavaca, otro sector que ocupa el gas como insumo principal, opinó que el impacto para los agremiados a esta agrupación y en general para los pequeños empresarios de pan, el impacto ha sido en todos los niveles.
De acuerdo a Fernando Balbuena, empresario restaurantero de la región oriente, precisó que desde el inicio de la pandemia no han subido los costos de sus productos y se han mantenido con esos precios para no ahuyentar a los clientes; sin embargo, eso no ha ayudado a su economía, ya que ellos deben solventar el aumento.
El proyecto de Gas Bienestar ha comenzado a fracasar en otras entidades.
Con información de Ofelia Espinoza
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