Desde hace seis meses en Cuernavaca ha nacido una nueva forma de comer chilaquiles, si bien este es un platillo que no puede faltar en los restaurantes, este negocio los ha transformado, no sólo con su singular sazón sino también por la atención personalizada que ofrecen, lo cual se ha vuelto por si mismo una experiencia única, solventando, a la par, una necesidad de mercado en medio de una pandemia.
Los chilaquiles son el platillo estelar matutino de mexicanos y también de todos aquellos que visitan el país; son la pieza ideal para compartir, disfrutar en solitario o simplemente curarte una buena cruda y en la capital del estado se cuenta con un lugar ideal para degustarlos en donde quieras, en la comodidad de tu hogar, en la oficina o con los amigos.
Chilaquiero ha demostrado en pocos meses que cuando conoces a tu mercado y ofreces un giro diferente se vuelve tan atractivo que ni un momento tan crítico como es la emergencia sanitaria te puede frenar, al contrario, sales victorioso y comienzas a crecer.
Con los primeros rayos del sol sobre avenida Ávila Camacho se encuentra una carreta con un concepto urbano que personaliza los chilaquiles, ofreciendo a sus clientes una atención de calidad desde su llegada hasta la entrega de su producto; cuenta con diferentes salsas llamadas por razas de perros, particularmente porque su logo recuerda al tan famoso y adorado perrito Chilaquil.
Venta a domicilio, modelo necesario en pandemia
Chilaquiero se apropió de un modelo de negocio que se basa en la elaboración de alimentos exclusivamente para la venta a domicilio, dándose a conocer, en primer lugar, a través de una dark kitchen, también conocida como cocina fantasma o restaurante fantasma.
No pasó mucho tiempo cuando los chilaquiles de Chilaquiero comenzaron a ser un éxito rotundo, creciendo el equipo pero también la demanda de producto, lo que llevó a sus creadores a abrir pequeñas sucursales mediante carritos móviles tipo triciclo donde sus clientes ya no necesitan pagar el servicio de delivery, pueden comprarlos directamente.
“La demanda llevó a que los organizadores improvisaran autos donde se pudieran estar calentando las salsas para que los chilaquiles estén calientes y la persona pueda venir, combinar y comer a su gusto sus chilaquiles, así de práctico y fácil”, expresó Laura Valladares, encargada de venta en carro.
La comerciante recordó a El Sol de Cuernavaca que la idea del negocio arrancó al observar como por la pandemia la ciudadanía prefería no salir de su hogar, en especial cuando estaban trabajando desde ella; fue así como Chilaquiero abrió sus puertas, estando hoy en día listo para que los amantes de los chilaquiles puedan pasar por su platillo favorito o su antojo del día sin esperar tanto tiempo y a un costo accesible, garantizando la seguridad de los clientes pero también del mismo equipo.
“Yo creo que Chilaquiero sí ha llegado a impactar porque es una experiencia desde el momento en que atendemos hasta al despedir y probar un totopo. Esa experiencia ha llevado a impactar a la gente que ha estado planeando y sigue impactando en las personas”.
De acuerdo al Estudio sobre Demografía de los Negocios 2020 (EDN 2020) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), a nivel nacional nacieron en esta contingencia 619 mil 443 establecimientos, 12.75 por ciento de la población de negocios del país. El sector con más nacimientos fue el de comercio con 13.75 por ciento, teniendo muchas empresas que cambiar sus modelos de negocio a servicios a domicilio, venta en línea, citas o simplemente para llevar.
En estos seis meses Chilaquiero ha logrado mantenerse en un 80 por ciento debido a que ofrecen un platillo que nunca falta en las mesas del país, platillo que es básico en el desayuno, para crudear o satisfacer un antojo, aquí sólo vas y compras algo rápido pero sumamente rico.
Un producto para todos los gustos
Chilaquiero sale a vender este platillo reinventado por las calles de Cuernavaca, se instalan en diferentes puntos de la ciudad en un carrito diseñado de forma diferente y atractiva, que tan sólo verlo te llama la atención.
El fuerte del negocio, entre otras cosas, son las salsas, tienen cuatro tipos y están destinadas para todo tipo de paladares. La “Chihuahua” es una salsa verde tipo enchiladas suizas, la que menos pica; la verde original “Xolo”, la “Doberman” que es adobada y un poco picosa pero tolerable y la “Pitbull” es la más picosa, conocida por sus clientes como “la mata crudas”.
Actualmente tiene dos carritos móviles funcionando, uno en Ávila Camacho frente a Plaza Laurel y otro sobre avenida Emiliano Zapata, a un costado de una famosa panadería y cafetería.
“El éxito de Chilaquiero es la experiencia. La novedad de hacerlo en cajitas y el sabor de las salsas, cada salsa está personalizada con nombres de razas de perros, está muy creativo”.
Chilaquiero ofrece chilaquiles para todos los gustos, desde crujientes para las personas que no les gusta aguados y suaves que prefieren el puro totopo con salsas; suaves que van remojados en la salsa pero no van aguados; y claro, los aguados que van preparados como suaves pero lleva salsa aparte.
Para llegar a tener tu “Chilaquibox” el equipo de Chilaquiero se prepara desde muy temprana hora. Se encuentran abierto en un horario de lunes a sábado de 7:30 a 13:30 horas.
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