Pocas personas tan orgullosas de contar con una botella de gel antibacterial en la entrada como Saúl. Saúl Montaño Guevara es presidente de la Unión de Locatarios del mercado municipal “Otilio Edmundo Montaño Sánchez”, en el municipio de Ayala, y todos los días procura que la botella de gel antibacterial, colocada en la entrada principal, esté lista para ser usada por los clientes.
Lo hace desde su local, un negocio en el que se venden taquitos, dobladas y tostadas, con un propósito firme: hacer que cada vez más gente visite este mercado, cuya historia se remonta a más de medio siglo atrás, y que hoy pasa por un momento crítico: la falta de clientes a causa de la pandemia por la covid-19.
“Bajaron mucho nuestras ventas, más o menos en un sesenta por ciento, y hasta ahorita se va regularizando”, cuenta Saúl.
Hoy es un día distinto. Se puede decir que es un buen día para los vendedores del mercado: fuera, cientos de jóvenes de 18 a 29 años de edad acuden a recibir la primera dosis de la vacuna contra la enfermedad y una buena parte de ellos viene a almorzar.
“Nos favorece mucho cuando ponen los módulos aquí afuera, eso nos ayuda”, reconoce Montaño.
Pero eso no ocurre todos los días.
Constancia indomable
Si el mercado municipal de Ayala no está tan lleno como uno quisiera verlo, no es porque les falten ganas a sus comerciantes. Saúl, por ejemplo, rebosa de orgullo cuando reconoce a sus compañeros por la constancia de venir a trabajar todos los días, sin interrupción alguna, incluso en los momentos más difíciles. Hace unas tres décadas las cosas eran distintas y Josefina Salas estuvo ahí para contarlo.
“Antes se vendía muy bonito, vendíamos allá abajo. Aun así, no he dejado de venir ni un solo día, aunque sea para distraerme”, cuenta Josefina, de 83 años de edad, al frente de su puesto de chiles y su bazar de ropa.
El mercado municipal está compuesto de dos plantas. Aunque la historia de este comercio tiene unos 50 años, la construcción actual solo tiene dos décadas. Antaño, los comerciantes se instalaban en lo que hoy es el auditorio municipal, a sólo unos metros de distancia, un espacio que el destino hizo que volvieran a ocupar después del 19 de septiembre de 2017, cuando los daños que dejó el sismo en el edificio hizo necesario que los vendedores abandonaran sus locales por un tiempo.
“Hemos luchado contra todo esto porque ya no hay otra entrada para nuestros compañeros, para muchos es el único sustento de su familia. Todos estos retos los hemos ido pasando y afrontando por la necesidad que tiene cada quién”, dice Saúl.
Hay variedad. Hay puestos de comida, de ropa, tiendas de abarrotes, pollerías y carnicerías. Hay, incluso, un local de joyería, pero también hay vacíos que deberían estar ocupados: ante la escasez de clientes, casi la mitad de los vendedores optaron por cerrar sus locales en espera de volver en tiempos mejores.
“Mis compañeros cierran por lo mismo de que no hay ventas”, explica Saúl.
De 115 locales existentes, sólo 60 han estado abiertos en los últimos meses. Entre ellos hay puestos ya icónicos, de acuerdo con el propio contexto de nuestro tiempo y lugar. Como los antojitos Doña Lety, atendido por la señora Leticia Rosas desde hace casi cuarenta años, tan alegre y cálida durante todo este tiempo.
“Ahí vamos, con días que hay y días en que no hay nada”, dice Lety y hoy es un día en que hay, así que, entre palabra y palabra, amolda la masa del maíz en sus manos para preparar una tortilla.
Compromiso con la salud
Durante la pandemia, uno de los retos principales de quienes se dedican al comercio es hacer que la gente se sienta segura de visitar sus establecimientos. En el mercado Otilio Montaño se lo han tomado en serio y hace tres meses el lugar fue certificado por la Secretaría de Salud y los Servicios de Salud de Morelos como “Mercado promotor de la salud”, lo que, además de ser un logro, supone a los vendedores el compromiso de cumplir con todas las medidas sanitarias y las recomendaciones de Protección Civil.
“Nos pidieron que tuviéramos locales limpios, así que todo está limpio; que cumpliéramos con las vacunas contra la covid-19, así que todos las tenemos según nuestro grupo de edad; que tuviéramos gel antibacterial y cubrebocas”, agrega Montaño.
Además, las autoridades de Protección Civil verificaron la instalación de extintores, señalizaciones y una ruta de evacuación ante posibles eventos que requieran que la gente abandone el lugar de un momento a otro, que ojalá no ocurran.
“Fuimos pocos los mercados que fueron validados. Tuvimos que cumplir con todos los lineamientos de sanidad, con el protocolo que se está siguiendo”.
Cada semana, el complejo es sometido a una jornada de desinfección ya sea por parte del ayuntamiento o de los propios vendedores, que se han coordinado con las autoridades para garantizar que el lugar se desinfecte de manera constante.
“Ahorita ya le toca al Municipio venir y hacer la desinfección”, prevé Saúl.
Una invitación abierta a los ambulantes
Como ocurre en otros mercados, fuera de este también hay vendedores ambulantes, lo que siempre supondrá una desventaja para quienes están dentro, ya que, al pasar, la gente optará por lo que encuentre en el camino y habrá quienes ni siquiera se asomen a los locales.
“Les hemos pedido que se metan, les prestamos los locales, pero no se los regalamos, porque no son de nosotros, tienen dueño. Para que ingresen porque en este tiempo de lluvias está muy feo, pero prefieren quedarse allá afuera y nosotros no tenemos ventas por eso”.
La historia del mercado aún no termina
Ubicado a un costado del palacio municipal de Ayala, recién reconstruido y remodelado, el mercado Otilio Montaño es una muestra viva de lo que el esfuerzo es capaz de lograr cuando se tiene un objetivo. Al final del día, sus vendedores quieren seguir construyendo una tradición que ya tiene medio siglo.
“Hay gente de Ayala que prefiere irse a Cuautla a comprar, pero aquí tenemos el mismo precio y está más cerca”, afirma Saúl Montaño.
Con la rehabilitación que recibió el zócalo como parte de la conmemoración por el centenario luctuoso de Emiliano Zapata, con obras patrocinadas por el gobierno federal en el año 2019, el mercado está hoy en transición hacia una nueva etapa y sus vendedores están listos para hacerse cargo de lo que les corresponde hacer: trabajar con higiene y compromiso, ser constantes y recibir siempre a la gente con una franca bienvenida.