La señora Elena, comerciante de frutas y verduras, es una de las fundadoras del mercado Lomas de la Selva en Cuernavaca. Durante años lo ha visto crecer y ha sido protagonista de su historia, su lucha por mantenerlo a flote ante cualquier adversidad, como lo ha sido la propia pandemia por el virus del SARS-CoV-2, que vino a modificar por completo la atención y venta de los productos, utilizando mecanismos que jamás hubiera esperado.
Cuernavaca es una ciudad rica en cultura e historia que te invita a vivir de primera mano la eterna primavera, conocida así por su cálido clima que se disfruta casi todo el año, que además incluye la hospitalidad de su gente y calidad en cada uno de sus productos y servicios, un claro ejemplo de ello son los nueve mercados públicos que integran la ciudad, todos llenos de anécdotas y en espera de ofrecer artículos para todo tipo de gustos y solventar la necesidad de su cliente.
Uno de los más reconocidos es el que se ubica en la colonia Lomas de la Selva y que lleva su mismo nombre, donde la señora Elena encontró un segundo hogar y un sitio para volver realidad su sueño, siguiendo los pasos de su familia pero cambiando por completo el giro, y no solo eso sino que en ciertos momentos tuvo que defender a capa y espada la operación del mismo.
Desde muy temprana edad y al provenir de una familia de comerciantes, específicamente de venta de pollo, tuvo el gusto por el manejo de las frutas y verduras, por conocerlas y aprender a cómo venderlas para que sus clientes tuvieran la mejor calidad en la mesa; fue así como al momento de emprender su negocio se decidió por este giro, evitando, además, ser competencia de su madre y hermana, quienes ya vendían pollo.
Elena es una de las fundadoras del mercado, abrió sus puertas por primera ocasión cuando en el mismo no había absolutamente nada, estaba casi vacío. Al paso del tiempo, eran ya ocho los locales abiertos y operando; sin embargo, en comparación con otros no representaban nada para las autoridades, al contrario, lo llegaron a considerar como un “elefante blanco”.
La comerciante recordó a El Sol de Cuernavaca que en este tiempo, cuando don Lauro Ortega era gobernador intentó desaparecer el mercado de Lomas de la Selva para transformarlo en una plaza tipo Garibaldi de Ciudad de México, pero fue tanta la insistencia y el combate de los comerciantes que no quisieron moverse que el proyecto no avanzó, defendiéndolo hasta las últimas consecuencias y hoy se ha vuelto un polo de la economía en la ciudad.
Servicio a domicilio, un respiro para los comerciantes
La llegada del Covid-19 dividió en dos grupos a todos los negocios del país, en esenciales y no esenciales, con lo que basaban su funcionamiento, en el caso de los mercados municipales si bien se mantuvieron “abiertos”, no fue en su totalidad y en ciertos momentos no permitían el acceso a los usuarios o por lo menos esto ocurrió en el mercado de Lomas de la Selva.
Como parte de las medidas sanitarias, las autoridades estatales y municipales restringieron el horario, número de clientes y los protocolos sanitarios ha aplicar para mantenerse abiertos. Elena tuvo la suerte de ser considerada un comercio esencial, pero el hecho de seguir trabajando no impidió que sus ventas bajaran.
Cuando la pandemia empezó, refirió, las puertas del mercado se mantuvieron cerradas aunque algunos negocios estaban abiertos, esto ocasionó que la gente no entrara y menos cuando los contagios estaban a la orden del día.
En el mercado no hubo contagios pero reconoció se debió a que la administración era muy estricta en acatar los protocolos sanitarios, tanto así que existía una amenaza constante de que quien no los respetara los iban a cerrar.
En el mercado se colocaron flechas de salida y entrada, gel antibacterial en cada puerta y negocio, así como la exigencia de portar en todo momento el cubrebocas, pero las ventas fueron sumamente bajas, tanto que en ocasiones Elena tenía que tirar parte de su mercancía pero seguían luchando para que no se cerrara, al ser la base familiar de cientos de comerciantes.
Debido a la crisis sanitaria, la compra de estos productos se volvió una tarea de alto riesgo por las grandes aglomeraciones que conlleva y por el manejo de los productos, que requieren sean tocados, por lo que el reparto a domicilio fue la opción escogida por un año para comercializar sus productos.
Como parte de las alternativas y estrategias de orden administrativo y financiero para disminuir el impacto económico de los comerciantes, el Ayuntamiento de Cuernavaca inició una campaña de difusión para dar a conocer a la población el directorio de los locatarios del mercado, conociendo sus servicios para enviar sus productos a casa, sin necesidad de salir.
Esta estrategia, confirmó Elena, les ayudó bastante, siendo la única forma de vender sus artículos por casi un año, pero no todo fue color de rosa ya que al no contar con un vehículo propio y tener que pagar taxi fue un gasto extra, que si bien valió la pena porque siguen a flote, sí afectó sus bolsillos.
“No nos fue bien pero sí para irla pasando, duró alrededor de un año porque nosotros no tenemos carro propio entonces teníamos que pagar taxi y después en otros mercados comenzaron a repartir a domicilio, lo que nos perjudicó aún más, la competencia aumentó”.
Incrementan costos de la canasta básica
Ante un panorama tan adverso, Elena no tuvo otra opción que pedir prestado, intentó acceder a un apoyo por parte del gobierno pero todo quedó en rumores, ya que nunca le llegó la información y no pudo gestionar algún tipo de respaldo.
Las ventas de Elena no se comparaban a años anteriores pero al ofrecer un producto que fue básico y sumamente necesario en medio de una emergencia sanitaria logró sacarlo adelante bajando sus precios y ofreciendo calidad y frescura en cada una de las frutas y verduras que comercializa.
Al principio de la pandemia, cuando el pánico y la escasez de vitaminas y ciertos medicamentos se hizo presente en busca de fortalecer el sistema inmunológico, los cuernavacenses y visitantes optaron por obtener estas propiedades desde la misma fuente, comprando mandarina, piña, jengibre, naranja, limón, todo lo que fuera cítrico, y claro, verduras.
Mientras esto ocurrió, la escasez de ciertos productos también surgió así como el incremento de costos, que se ha mantenido hasta el día de hoy.
Doña Elena explicó que en esta temporada casi siempre aumentan sus costos productos como el jitomate, el chile serrano, la cebolla y la lechuga, ésta última antes estaba en 15 pesos, hoy llega a 35 pesos; el tomate pasó de 15 a 50 pesos el kilo y una caja cuando que antes la compraba en 200 pesos, actualmente la llega a encontrar entre 800 hasta mil pesos.
La llegada del Covid-19 enseñó a doña Elena a valorar la vida, a su familia y la gente a su alrededor, pero sobre todo a cuidarse y cuidar su negocio.
“La pandemia me enseñó a valorar lo que Dios nos ofrece porque estar encerrados y con la boca tapada, escondernos, es muy feo, hay que enseñarnos a convivir más con las personas y a ser más amables”.
La señora Elena, quien ofrece calidad, amabilidad y una sonrisa a sus clientes se encuentra en el mercado Lomas de la Selva los 365 días del año, en un horario de 7:00 a 17:00 horas por la emergencia sanitaria, regularmente es hasta las 19:00 horas.
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