/ domingo 20 de octubre de 2024

”La Raya” en el FICM 2024: la travesía de una niña y un electrodoméstico que sacude un pueblo

La película competirá en la categoría de Largometraje Mexicano en la edición 22 del Festival Internacional de Cine de Morelia

Morelia. Mantener viva su lengua indígena chatina, proveniente del zapoteco, dar a conocer su cultura y, además mostrar las aspiraciones que los jóvenes de una comunidad oaxaqueña tienen respecto a su futuro, motivaron a Yolanda Cruz para la realización de la cinta de ficción “La Raya”.

La película aborda temas sobre migración, el abandono de las comunidades por buscar una mejor vida, así como la rutina que experimentan las personas que se quedan en espera de que sus familiares regresen.

“Esta historia es sobre qué pasa con las mujeres que nos quedamos en el pueblo, qué pasa con los esposos que se van, con los niños que crecen entre estas dos familias separadas, en donde la abuela termina cuidando al menor mientras los dos papás trabajan”, afirmó la directora en entrevista con El Sol de México.

“Es un drama, pero uno no se la puede pasar contando historias tristes, quería una historia que entretuviera. Crecí con una familia que siempre, a pesar de las dificultades, nos reímos mucho y nos burlamos de la vida en sí, entonces eso quería trasplantarlo a la pantalla grande”, agregó.

“La Raya” es un pueblo ficticio, pero que representa la comunidad natal de Yolanda Cruz, San Juan Quiahije, en Oaxaca, a tres horas de Puerto Escondido.

La historia se centra en “Sotera”, una niña de 11 años, inteligente y muy astuta para los negocios que vive en espera de que alguno de sus padres regrese. Ella habla español, inglés y chatino. Un día, mientras jugaba con su amigo “Erick”, encuentran un refrigerador, que supuestamente proyecta los anhelos y deseos de cada uno de los que ahí habitan.

“La historia original comenzó cuando mi familia y yo vendíamos pollos y no nos querían pagar y estuvimos peleando por un refrigerador viejo, ahora eso es muy común, muchos en el pueblo tienen uno, pero en ese tiempo no era el caso. Como familias trabajadoras, tener un refri era un símbolo de bienestar, por eso me interesó mostrar este artefacto que era algo tan común y con el que cualquiera se pudiera identificar”, sostuvo.

La idea de esta cinta surgió hace 12 años, cuando Yolanda aún vivía en Los Ángeles. A los seis años, emigró de su comunidad a la capital de Oaxaca, después, a los 16 se mudó a Estados Unidos en donde estudió y trabajó durante más de dos décadas.

Encontró en el cine la mejor forma de contar sus verdades y que el público reflexionara sobre las condiciones de vida de otros. A su regreso a México hace unos años y con la añoranza de su vida en Estados Unidos, actualizó el guion, con el fin de dar a conocer otra realidad.

“El cine es una herramienta importante para nosotros los indígenas, para que podamos contar nuestras historias. Trabajé varios años haciendo documentales entre Estados Unidos y México, vengo de una familia activista, entonces era muy importante que nuestras historias fueran representadas.

“Mucho tiempo me enfoqué en la representación de los indígenas en Estados Unidos porque es algo que no se hablaba, se hablaba de migración de mexicanos, pero no de este sector en específico”, expresó.

De acuerdo con la cineasta, uno de los retos del rodaje fue el uso de las herramientas actuales en medio de una comunidad donde en ocasiones se privan de luz eléctrica.

“Mi comunidad está bastante alejada de la capital de Oaxaca, que es bueno y es malo porque para la logística, estamos a ocho horas en camión en caminos con muchas curvas y entonces es difícil llegar. Nosotros somos la Sierra de la costa, el lugar más cercano es Puerto Escondido, estamos a tres horas.

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“No hay infraestructura, no había hotel, se nos fue la luz dos o tres veces, el internet. El equipo técnico volaba a Puerto Escondido y de ahí salían en camionetas que teníamos para llevarlos al pueblo, fue un reto comprar comida, instalar una cocina, habitar lugares para que el crew viviera, todo eso”, indicó.

En diciembre, la cineasta proyectará la cinta junto a toda su comunidad, con el fin de demostrar “que los sueños se cumplen, que vean que una mujer que salió de ese lugar alcanzó sus metas”.

La película competirá en la categoría de Largometraje Mexicano en la edición 22 del Festival Internacional de Cine de Morelia.

Morelia. Mantener viva su lengua indígena chatina, proveniente del zapoteco, dar a conocer su cultura y, además mostrar las aspiraciones que los jóvenes de una comunidad oaxaqueña tienen respecto a su futuro, motivaron a Yolanda Cruz para la realización de la cinta de ficción “La Raya”.

La película aborda temas sobre migración, el abandono de las comunidades por buscar una mejor vida, así como la rutina que experimentan las personas que se quedan en espera de que sus familiares regresen.

“Esta historia es sobre qué pasa con las mujeres que nos quedamos en el pueblo, qué pasa con los esposos que se van, con los niños que crecen entre estas dos familias separadas, en donde la abuela termina cuidando al menor mientras los dos papás trabajan”, afirmó la directora en entrevista con El Sol de México.

“Es un drama, pero uno no se la puede pasar contando historias tristes, quería una historia que entretuviera. Crecí con una familia que siempre, a pesar de las dificultades, nos reímos mucho y nos burlamos de la vida en sí, entonces eso quería trasplantarlo a la pantalla grande”, agregó.

“La Raya” es un pueblo ficticio, pero que representa la comunidad natal de Yolanda Cruz, San Juan Quiahije, en Oaxaca, a tres horas de Puerto Escondido.

La historia se centra en “Sotera”, una niña de 11 años, inteligente y muy astuta para los negocios que vive en espera de que alguno de sus padres regrese. Ella habla español, inglés y chatino. Un día, mientras jugaba con su amigo “Erick”, encuentran un refrigerador, que supuestamente proyecta los anhelos y deseos de cada uno de los que ahí habitan.

“La historia original comenzó cuando mi familia y yo vendíamos pollos y no nos querían pagar y estuvimos peleando por un refrigerador viejo, ahora eso es muy común, muchos en el pueblo tienen uno, pero en ese tiempo no era el caso. Como familias trabajadoras, tener un refri era un símbolo de bienestar, por eso me interesó mostrar este artefacto que era algo tan común y con el que cualquiera se pudiera identificar”, sostuvo.

La idea de esta cinta surgió hace 12 años, cuando Yolanda aún vivía en Los Ángeles. A los seis años, emigró de su comunidad a la capital de Oaxaca, después, a los 16 se mudó a Estados Unidos en donde estudió y trabajó durante más de dos décadas.

Encontró en el cine la mejor forma de contar sus verdades y que el público reflexionara sobre las condiciones de vida de otros. A su regreso a México hace unos años y con la añoranza de su vida en Estados Unidos, actualizó el guion, con el fin de dar a conocer otra realidad.

“El cine es una herramienta importante para nosotros los indígenas, para que podamos contar nuestras historias. Trabajé varios años haciendo documentales entre Estados Unidos y México, vengo de una familia activista, entonces era muy importante que nuestras historias fueran representadas.

“Mucho tiempo me enfoqué en la representación de los indígenas en Estados Unidos porque es algo que no se hablaba, se hablaba de migración de mexicanos, pero no de este sector en específico”, expresó.

De acuerdo con la cineasta, uno de los retos del rodaje fue el uso de las herramientas actuales en medio de una comunidad donde en ocasiones se privan de luz eléctrica.

“Mi comunidad está bastante alejada de la capital de Oaxaca, que es bueno y es malo porque para la logística, estamos a ocho horas en camión en caminos con muchas curvas y entonces es difícil llegar. Nosotros somos la Sierra de la costa, el lugar más cercano es Puerto Escondido, estamos a tres horas.

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En diciembre, la cineasta proyectará la cinta junto a toda su comunidad, con el fin de demostrar “que los sueños se cumplen, que vean que una mujer que salió de ese lugar alcanzó sus metas”.

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