Este lunes el mundo artístico vio partir a la actriz mexicana Lilia Aragón, una mujer que cosechó éxitos en el teatro, la televisión y el cine, pero que además fue una apasionada de la poesía mexicana. Para no pocos, se trata de una de las últimas divas del medio, quien, con todo y sus éxitos, nunca dejó de estar conectada con sus raíces.
Lilia Isabel Aragón del Rivero nació el 22 de septiembre de 1938 en Cuautla, Morelos, y murió a sólo 30 kilómetros de este lugar, en la capital del estado, debido a problemas con su corazón.
“Su vida fue muy sencilla de niña, pero amaba esa parte. Cuando la conocí me contó que se tuvo que venir a México aporque no había muchas oportunidades en Cuautla en ese tiempo. Así fue como se instaló poco a poco”, recuerda el pintor y promotor cultural morelense Fernando Hidalgo, amigo personal de la actriz, quien destaca no sólo la capacidad histriónica que la distinguió en su trabajo, pero una cualidad que pocos llegaron a conocer: la declamación.
Fernando Hidalgo conoció a Lilia Aragón en la Ciudad de México, durante la presentación de un libro del poeta Dionicio Morales, quien, a su vez, fuera secretario particular de Carlos Pellicer y hoy gran divulgador de su obra.
“En varias presentaciones que hizo de libros que tenían que ver con su poesía, en general, Lilia leía. Era una gran lectora de poesía, yo creo que la mejor que teníamos en México, con una dicción impecable”, afirma Hidalgo.
Desde su casa en la Ciudad de México, Dionicio Morales sólo puede decir bondades sobre su amiga, a quien conoció en 1967 en la obra “Los argonautas” del dramaturgo Sergio Magaña, donde ella, entonces muy joven, interpretaba a La Malinche.
“Nos veíamos, comíamos, viajábamos. Ella me hacía el favor de leer mis poemas y los leía muy bien. La invité a participar en varios espectáculos sobre Zapata, sobre Morelos. Era una mujer brillante, que nos deja una huella extraordinaria para las nuevas generaciones. Supo aprovechar y trabajar con gran honestidad dentro del arte de nuestro tiempo”, reconoce.
La actriz saltó a la fama con su participación en la icónica telenovela “Cuna de lobos”, que protagonizó junto a actores como Diana Bracho y Gonzalo Vega, María Rubio, Alejandro Camacho y Rebecca Jones entre 1986 y 1987. Su papel antagónico le abrió las puertas de proyectos televisivos que también se convertirían en emblemas del melodrama mexicano, como “María Isabel”, emitida en 1997 y protagonizada por Adela Noriega.
Además de su trabajo actoral en el teatro, la televisión y el cine, Lilia Aragón también fue abogada y secretaria general de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) de 2006 a 2010. De 2004 a 2006 se desempeñó como diputada federal plurinominal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). En mayo pasado, la actriz envió un mensaje a un antiguo compañero de legislatura, el cuautlense Guillermo del Valle Reyes, excandidato a presidente municipal. En su mensaje, se expresó deseosa de trabajar en beneficio de Cuautla.
“Podríamos rescatar lo que nuestra ciudad, Cuautla, la heroica, tenía antes: ser la sede de películas internacionales, del turismo nacional e internacional”, dijo entonces.
Para Fernando Hidalgo, el estado de Morelos está en deuda con la actriz. Durante la reinauguración del Cine Morelos, en el gobierno estatal de 2003-2006, Lilia Aragón acudió al evento como invitada de honor, a solicitud de Hidalgo, quien fungía como director operativo del Instituto de Cultura. Aquella fue una de las últimas ocasiones en que las autoridades reconocieron su trabajo y el propio Hidalgo acepta que pudieron haber colaborado más. A un día de su partida, ve justo y necesario que el gobierno del estado reconozca públicamente las aportaciones culturales de la actriz, ya sea a través de la institución de un premio que lleve su nombre, destinado a lo mejor de la actuación en Morelos. En Cuautla, propone, su nombre podría ser asignado a una de sus calles.
“Hay que hacer una revisión de lo que aportó y un homenaje a su altura”, sentencia.
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