Las aves han sido clave para las civilizaciones humanas inspirando mágicos relatos que las convierten en parte de la cosmovisión de diferentes culturas alrededor del mundo. Hoy hablaremos de un ave que serpentea al volar, deja un destello verde-azul metálico que te dejaría sin palabras al verla pasar.
Imagina que te encuentras en un bosque rodeado de árboles enormes de los que cuelgan verdes musgos adornados con Bromelias de rosa intenso. La neblina acaricia las hojas de los árboles y de pronto dejas de escuchar tus pasos porque a lo lejos su silbido empieza a inundarlo todo. El corazón se te acelera, te sudan las manos, caminas despacio hacia el sonido. De pronto, ves su pecho rojo y una cola esmeralda larga para por fin revelarse ante ti el Quetzal. Sin duda una manifestación divina de la naturaleza y quizá, el ave más hermosa del planeta.
Esta ave siempre en las culturas prehispánicas se ligaba a manifestaciones de dioses. Es endémica de el sur de México y Centro América, lo que quiere decir que únicamente la encontramos en estos sitios, pero en el país, su distribución en la actualidad se restringe prácticamente a los altos de Chiapas en las zonas más conservadas de los bosques de niebla.
Los machos hacen despliegues de vuelos hermosos conquistando el cielo en temporada reproductiva y cuando encuentran pareja, son sumamente fieles. Instalan su nido en árboles a gran altura, en ocasiones aprovechando oquedades que han hecho otros animales como los carpinteros y el cuidado de los polluelos es tarea de dos. Se alimentan de frutos, pero también de algunos insectos e incluso pequeños vertebrados.
Tristemente, es considerada una especie altamente vulnerable pues su hábitat es cada vez más reducido debido al impacto de las actividades humanas. Reconozcamos que tenemos un gran compromiso con las especies que cohabitan este planeta y el cambio debe empezar hoy con nosotros mismos.