En las banquetas de la calle Hidalgo, en el centro de Cuernavaca, las artesanas llegaron desde temprano para tratar de ganar tiempo y vender la mayor parte de sus productos antes de que lleguen los inspectores del Ayuntamiento, quienes se encargaran de retiralas, cuentan las mujeres.
Durante los días santos, acusan, no les permitieron vender sus productos al poco turismo que llegó y apenas lograron comercializar un 20 por ciento.
“Vienen los inspectores y no nos dejan vender, están aquí todo el día, no nos dejan, ya llevamos dos semanas que nos dejan, son entre cuatro o cinco los que llegan”, dice Janette Peña, una de las artesanas.
Pese a que por más de 25 años se han colocado afuera de la Catedral de Cuernavaca, cada cambio de administración tienen el mismo problema y son retiradas por no contar con permisos para hacerlo en la vía pública.
Este lunes 18 de abril sostendrán una reunión con el Ayuntamiento de Cuernavaca, “la última” dicen. “Vamos a ver si nos dan una respuesta, si ya podemos vender o ya de plano no”.
En caso de que la respuesta sea negativa, emprenderán acciones de protesta social como manifestaciones, ya que señala que las ventas son el único ingreso de las siete artesanas y sus familias.
Janette Peña recuerda que junto a sus compañeras de lucha ofrecen productos hechos a mano como ligas para el cabello, caminos de mesa, tortilleros, servilletas, bolsas, todos confeccionados por ellas mismas.
En la acera de una de las principales calles de la capital, es poca la gente que se acerca a preguntar y menos aún a comprar, los comerciantes esperan la salida de los fieles católicos que acuden a misa de doce para vender.
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