Los artesanos han vuelto a las calles del Centro de Cuernavaca después de haberse quedado en casa cuando la pandemia por Covid estaba en su punto más crítico.
Y ahora, pese a las dificultades que les representa trasladarse de un sitio a otro, han optado por regresar al Centro Histórico de la capital para poder llevar algo de comida a su casa, según cuenta Salvador Guadarrama, artesano especializado en madera tallada.
Frente a la Catedral de Cuernavaca y bajo los inclementes rayos del sol, don Chava ofrece sus figuras de madera talladas cuidadosamente a mano, oficio que aprendió cuando era apenas un niño.
Rememora, con nostalgia, las historias con sus hermanos mientras recogían las raíces de los árboles para llevarlas a casa y con ellas fabricar bebederos para sus animales.
Explica que crear cada pieza tiene un proceso: primero se trata de conseguir el trozo de madera perfecto, después llevarlo a los hornos de tabique y a partir de ahí darle forma con las manos.
Es importante, precisa, cuidar los detalles más pequeños realizados con herrería. Mientras que los ojitos de cada figura son pintados con plumones o pinceles de punta fina, hasta la parte final que es pegar cuernos a las piezas más grandes y llamativas de su colección.
Don Chava dice que debido a la pandemia dejó de visitar la capital estatal, lo que repercutió significativamente en su economía; sin embargo, hoy ha retomado sus actividades comerciales.
Las piezas que el artesano venden van desde mini morteros, pollitos (las figuras más populares de su colección), cabezas de toro, además de tablas para picar, entre otras, cuyos precios son accesibles pues rondan entre los 60 pesos.
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