Mariana Gutiérrez Mariscal, integrante de la Comisión Interna de Equidad de Género y Orientadora Comunitaria del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aceptó que cada vez es más frecuente que las mujeres denuncien actos de violencia dentro de sus espacios laborales, y esto no significa que haya un aumento en estas prácticas, sino que aprendieron a reconocer que son víctimas.
“Es muy variable, tenemos temporadas, meses en las que no tenemos una sola consulta, pero a principios de año se han ido incrementando, teniendo dos o tres por semana, algo que no había pasado antes, y por eso creo que hemos estado permeando más”.
La creación de tales instancias tiene que ver con el hecho de que las mujeres, tanto estudiantes como trabajadoras, no tenían un espacio en el cual podían denunciar, ni tampoco para ser escuchadas o ser orientadas sobre si lo que sucedía en sus áreas era algo irregular.
Las mujeres que se acercan a la instancia, no revelan el tipo de violencia del que son víctimas, pero si “llegan y dicen estoy en una situación que puede ser violencia en razón de género”, por lo que se les explica que tipo de violencia podría ser y acudan a la defensoría de la UNAM, para que su denuncia puede ser levantada.
Las figuras de orientadoras comunitarias buscan erradicar prácticas de discriminación al interior del Campus ubicado en Cuernavaca, desarrollando tareas de manera altruista “entrenadas para servir como enlaces”.
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