En un día normal, el pueblo de Casasano huele a caña. El olor viene desde el ingenio azucarero que opera la empresa Beta San Miguel, donde la caña de azúcar se procesa por toneladas, así como de los camiones que entran y salen por su gran puerta trasera, provenientes de los cultivos que cubren principalmente los municipios de Cuautla, Yautepec y Ayala. Pero hace mucho que esta comunidad, que venera a San Pedro de Verona, donde lo mismo se cultiva la caña que las flores de ornato, no ha tenido un día normal, y lo que hoy se percibe en las calles, sobre todas las cosas, es temor.
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Suspenden clases por violencia
La tarde del martes, una casa de la calle Vicente Guerrero, cerca de la secundaria técnica 19, fue atacada a balazos. No hubo lesionados, pero tampoco detenidos. Es el último ataque armado de varios que ocurrieron en la última semana: el 16 de marzo, la casa de Miguel Ángel Barranco, líder de la Unión Local de Productores de Caña de Azúcar A.C., ubicada en la colonia Morelos, también fue atacada.
Dos días después, la delincuencia le arrebató la vida a Darío García, responsable de la coordinación de los camiones de la asociación azucarera. Este 20 de marzo, los padres de familia decidieron no enviar a sus hijos a la secundaria, y a los maestros no les quedó otra opción más que la de comprenderlos.
"Nosotros entendemos a los padres de familia. Hemos escuchado sus comentarios, su preocupación, y les causa mucha incertidumbre lo que está pasando", dice Othón Velázquez Quiroz, director de la secundaria.
Los maestros sí llegaron. El robusto zaguán electrónico de la entrada podría proteger a la escuela, los estudiantes y los maestros de algún ataque. Desde luego, nadie quiere que eso pase, pero también ya nadie se atreve a descartar cualquier posibilidad:
Tenemos nuestros zaguanes electrónicos, una cámara para la entrada y diseminadas, al interior de la escuela, 19 más para ver qué es lo que podemos hacer. Aunque, para estos casos, no hay medida que detenga a los maleantes.
Un pueblo de gente trabajadora
En las calles, donde los balazos se han normalizado a cualquier hora, la gente trata de hacer su vida como si fuera un día cualquiera.
"No tenemos de otra, la jefa nos manda a trabajar", dice una joven, en un local de sopes, a pocos metros de la secundaria.
Una base militar protege el acceso al ingenio, cuyas puertas se han cerrado para permitir solo el ingreso de vehículos autorizados, como se lee en dos cartulinas con letras grandes. Un soldado, apostado detrás de unos sacos de arena, me recomienda retirarme de la zona.
Hace dos horas que el helicóptero de la Comisión Estatal de Seguridad sobrevuela la zona, pero la gente se ha acostumbrado.
Por la puerta trasera del ingenio, los camiones entran cargados y salen vacíos. Se sigue produciendo azúcar; sin embargo, la semana pasada las operaciones pararon durante tres días.
"Nosotros estamos en labores normales, ingresando el personal operativo, administrativo y de campo. Todos estamos en situación normal. Los sucesos son afuera, así que se trabaja con mucha discreción", dice Gerardo Ruiz, trabajador del área administrativa, a quien le pregunto si es posible entrevistar a un representante del ingenio. Responde que no, y lo comprendo.
El obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, dijo esta semana que los extorsionadores pretenden cobrar 50 mil pesos por cada camión. En la homilía del 17 de marzo, Castro Castro lamentó la situación que enfrentan los cañeros:
En el ingenio de Casasano ya se acercó el crimen organizado y quiere 50 mil pesos por camión que llega, ¡50 mil! Pues van a trabajar para ellos.
La producción de caña convive con la de flores de ornato. Esta región de Cuautla concentra algunos de los viveros más grandes de Morelos, con empresas que exportan plantas y flores a otras partes del país y del mundo. Hasta ahora, el gremio se ha mantenido a salvo, pero la tensión está cerca:
"Sí, el ambiente está muy tenso", dice un trabajador del área administrativa de una de estas empresas.
El párroco del pueblo, Héctor Rodríguez, solo espera que la paz vuelva pronto a la comunidad con la intervención de Dios:
"Nosotros seguimos acompañando a nuestro pueblo. Las actividades religiosas se están llevando a cabo con normalidad".