Con mañanitas y una misa en honor a San Crispín y San Crispiliano, los zapateros conmemoran su día, celebración que lleva más de 70 años de tradición en el estado, y aún cuando los últimos años no han sido fáciles para quienes se resisten a dejar morir el oficio, piden salud y trabajo.
Los acompañaron familiares, amigos y empleados que abrieron un espacio para la misa.
Dos grandes ramos de rosas rojas acompañaban al cuadro con la imagen de los santos que le dan vida a la conmemoración; un grupo de músicos portaban sus instrumentos para entonar las Mañanitas, mientras caminaban junto a los anfitriones que entraron sobre el pasillo principal de la Catedral que da justo al altar.
Casi de inmediato, detrás de ellos entró el vicario Tomás Toral Nájera, acompañado por monaguillos para dar inicio a la misa y hacer oraciones por esta actividad que se resiste a morir.
De oficio zapatero, Javier Beltrán contó que la celebración lleva alrededor de 70 años en el estado de Morelos, y se ha mantenido gracias a las generaciones que se quedan a pesar del tiempo de crisis que desde hace años este oficio sufre, entre la competencia de venta de calzado por catálogo y en las plazas comerciales.
"Somos unos 800 zapateros en el estado, estamos dispersos en varias colonias, no somos de formar agrupaciones, realmente nos distribuimos en todo el estado; y bueno, todo esto de la pandemia nos ha golpeado igual o más que a otros sectores".
En la actualidad, sus ventas sólo alcanzan el 25 por ciento en promedio, ya que la gente cada vez asiste menos a este tipo de establecimientos, sumado a la comercialización de productos chinos, "caros y de mala calidad".
Sin embargo, lo único que piden es salud y trabajo en este Día del Zapatero, añade Javier, quien lleva ya 35 años en este oficio que heredó de su padre; "mis hijos no quisieron seguir el camino, ellos decidieron estudiar y es algo que también lleva al oficio a que cada vez seamos menos".