Cempasúchitl. Los campos de Santa Cruz del ejido de Acatlipa, municipio de Temixco, ya están pintados de diferentes tonalidades naranjas, pues desde hace algunos días comenzó a florecer el cempasúchil que los campesinos de la zona sembraron este año, ya que el anterior no lo hicieron debido a la pandemia.
En esta actividad se invierte mucho, pero se gana muy poco. Don Julio Lule Espinal, uno de los trabajadores de esta zona, explicó que, a diferencia de los ornamentales, aquí todo inicia desde tres meses antes con mucho esfuerzo y dedicación para que el Día de Muertos la flor esté lista.
“Es todo un proceso poner el pachol (semilla), después hay que hacer el trasplante, hay que fumigar, hay que quitar la hierba, luego se tiene que abonar y por último volver a fumigar por el moyote para tener el producto. Pero ya después de todo esto, pues esperar que no se cierren los panteones”, dijo Julio.
Y es que el año pasado, muchos de los productores de la zona decidieron no plantar por motivo de la pandemia, aunque algunos si se atrevieron, pero al final tuvieron pérdidas económicas que afectó sus bolsillos.
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“Esperamos que si haya ventas. Desde el día 26 se empieza a vender, sube más el 28 y sigue hasta el 2 de noviembre por el Día de Muertos. Es una muy bonita la tradición y tonalidad de esta flor es muy bonita junto con su olor”, mencionó Julio señalando su parcela.
Las ganancias varían mucho debido a diferentes factores como son que todos los “botones” abran a tiempo, que la lluvia sea favorable y que no caiga granizo porque las flores se pierden.
“Pero nosotros solo vendemos a la gente, no vendemos a empresas o a comercios. La gente que pasa viene por sus manojos para sus casas o para el panteón. Entonces los invitamos a que consuman donde están los productores de Morelos”.
En los campos de Santa Cruz, ubicados a un costado de la autopista México-Acapulco, a la altura de la colonia Granjas Mérida hay por lo menos 15 trabajadores del campo que se dedican a la siembra de esa flor y el costo del Cempasúchil es más bajo que en los mercados o tiendas de autoservicio.
Una tradición por herencia
La familia Lule Espinal ha sido productora del campo por tres generaciones; en esos mismos terrenos han sembrado arroz, caña, así como maíz y poco a poco han experimentado en otras plantaciones como la de Cempasúchil.
“Esto viene desde mis abuelos que ellos echaban caña de azúcar y arroz y nosotros hemos echado calabaza y maíz” aseguró Julio con una mirada de orgullo mientras señalaba la extensión de tierra que sus propias manos han trabajado.
Sin embargo, con un toque de desilusión afirmó que, al rayo del sol, la labor que ellos desempeñan es bastante pesada y que en muchas de las ocasiones sus productos son vendidos a muy bajo costo.
Pero destacó que esto no los detiene pues para ellos, vivir del campo es una forma muy agradable de vida.
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