Ver trabajar a la maestra Mariela es darse cuenta que, cuando realmente se quiere hacer algo, no hay obstáculos que valgan. Se acerca el teléfono al oído para escuchar mejor las tareas que está realizando: enviar un enlace, hacer una llamada. La voz de la computadora también le cuenta lo que está pasando: abrir la sesión en Zoom, ejecutar un programa. Al no poder ver, estas voces se han convertido en dos grandes aliadas de su trabajo: enseñar Braille.
“Para aprender a usar la computadora tomé cursos en una asociación española, y a partir de ahí, ahora que también en el Icatmor hay cursos de computación adaptada, he tomado otros cursos para manejarla de manera más ágil y rápida, para facilitarme el acceso y trabajar con mis alumnos en línea, a partir de esta pandemia”, nos explica Mariela Acevedo, una mujer de 48 años que perdió la vista a los 22.
Mariela nació con catarata congénita y un ojo microftano, un trastorno en el cual el ojo del recién nacido es subdesarrollado. Sin embargo, hubo un tiempo en el que pudo ver.
—Desde los dos meses de nacida, mis padres empezaron a atenderme y me hicieron varias cirugías, tres de catarata, hasta los tres años de edad, cuando ya veía bien con este ojo —dice, señalando el izquierdo—. Iba a la escuela regular, pero a los nueve años me caí mientras jugaba, al fin niña, y se me desprendió la retina. A partir de entonces hubo otras cirugías, pero poco a poco fui perdiendo la vista, hasta que a la edad de 22 perdí la visión completamente —relata Mariela.
Mariela Acevedo Sánchez no se entrega a la tragedia. Si lo hiciera, no se habría aferrado a la posibilidad de seguir estudiando a pesar de la discapacidad. Terminó aprendiendo Braille en Coyoacán, en una escuela de niños ciegos y débiles visuales. En su juventud, se integró como docente en el área de Educación Especial de la Subsecretaría de Educación Pública, un puesto que abandonó en 2018. Un año después, inició sus cursos de Braille en el Plantel 02 del Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Morelos (Icatmor), ubicado en Anenecuilco, en el municipio de Ayala.
“Me encanta darme cuenta que mis alumnos están aprendiendo, que tienen el conocimiento, y saber que les gusta mi trabajo, que se sienten satisfechos, que me recomienden y continúen conmigo”, dice con orgullo.
La enseñanza del Braille
El Braille es un sistema de lectura y escritura táctil diseñado para personas ciegas. Fue ideado a mediados del siglo XIX por el francés Louis Braille, quien perdió la vista debido a un accidente durante su niñez mientras jugaba en el taller de su padre. Habitualmente, la enseñanza del sistema se reduce al alfabeto clásico, lo que, si bien encamina a una persona a poder escribir y leer las palabras, no la prepara para aspectos como las matemáticas y el álgebra, algo que Mariela sí aborda en sus capacitaciones.
Con alumnos de varias partes del país, principalmente docentes, las clases de Mariela Acevedo se basan en un método diseñado por ella misma, con el que, a partir de tres letras, los alumnos empiezan a escribir palabras o frases sencillas. Además del curso de Braille integral, ofrece cursos de estenografía y ábaco cranmer, así como de elaboración de material didáctico y estrategias introductorias al sistema.
“Estos cursos nos han permitido trascender a otros estados. Tenemos alumnos del extranjero, de Latinoamérica, hasta Argentina y Perú. Esto indica que la necesidad de aprender está en todos lados, así que nosotros podemos ayudar. Tenemos esa obligación”, dice Miguel Octavio Sánchez, director del plantel del Icatmor.
Este año, Mariela Acevedo fue reconocida por el Congreso del estado con el premio estatal para personas con discapacidad Gabriela Raquel Brimmer Duglacz, que se entrega a quienes destacan por su trabajo social. Desde 2019, la docente ha ofrecido 90 cursos a un total de 960 alumnos.
“Me encariño mucho con todos. Cada grupo tiene algo particular. Algunos son muy interactivos, platican, se relacionan más entre ellos y también conmigo como maestra. Me gusta que tengan interés”, nos cuenta la maestra Mariela, antes de terminar la entrevista con un amable “gracias” en su computadora.
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