Para muchas personas los lunes pueden pasar desapercibidos, pero no es así para la familia de Karlita, la niña de nueve años de edad que, desde hace dos, enfrenta un diagnóstico de leucemia linfoblástica agua y tiene que acudir todos los lunes al Hospital del Niño Morelense para someterse a una sesión de quimioterapia. La sesión de este lunes fue especial: Karlita recibió la quimioterapia número 100, de un total de 120 que conforman su tratamiento.
Y está contenta. Así lo expresó en un video que difundió en las redes sociales que administra su familia:
“Es un hermoso día porque hoy es lunes y vengo al hospital”, narró, acompañada de su amigo Adolfo, un niño que también acudió a recibir quimioterapia.
Con todo y lo molesto que puede ser el tratamiento, ni la niña ni sus padres han perdido la fe en que su vida vuelva a la normalidad. Por su parte, no ha dejado de ir a la primaria, y sueña con que, una vez libre del tratamiento, pueda seguir estudiando y llegar a ser presidente de México para ayudar a las personas con discapacidad y a los ancianos.
Karlita vive con sus padres Guadalupe y José Manuel en la colonia Juan Morales, del municipio de Yecapixtla, así que para llevarla a sus quimioterapias deben pagar taxis y un autobús. A veces más, pues debido a los vómitos que sufre después de la quimio hay conductores que se niegan a transportarlos.
Dichos gastos, explican sus padres, pueden traducirse en hasta dos mil 400 pesos semanales, dado que el viaje de regreso a casa es en taxi. Además, hay ocasiones en que debe acudir más de una vez al hospital.
Para lograr recaudar dinero para los traslados, su familia ha organizado rifas y han recibido el apoyo de ciudadanos de la región quienes han realizado eventos con causa.
Recientemente, la familia organizó un bazar en su domicilio, desde donde pusieron a la venta ropa y juguetes que recibieron en donación por vecinos de la colonia y habitantes de la región. Más recientemente, una trabajadora de una empresa automotriz organizó una campaña de recolección de tapitas de plástico con el objetivo de llenar una camioneta. Al final, la media tonelada recaudada fue entregada a la niña para que sus padres pudieran venderla a una recicladora.
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