La mano se quedó extendida por unos segundos, pero la mirada del gobernador Cuauhtémoc Blanco obligó al secretario de Obras Públicas, Fidel Giménez, a saludar de refilón al alcalde de Cuernavaca Antonio Villalobos Adán previo a la inauguración de las calles Galeana y Revolución en la Antonio Barona. El mandatario era el más contento con la presencia del alcalde capitalino tanto que todo el tiempo le hizo platica en corto y ninguno puso atención a la explicación del secretario que hacia énfasis de que en ambas obras se uso dinero del estado.
No obstante las vialidades fueron terminadas desde hace tiempo y se encontraban funcionando, el titular del ejecutivo no había tenido oportunidad de ir a un lugar donde le gusta que las mujeres de entre los asistentes seleccionados griten "te queremos Cuau"; "yo también y lo saben", respondería el mandatario como si se tratará de un guión ya preparado.
Pero además sin decirlo el mandatario piensa que la Barona es como un Tepito en pequeño, por eso recuerda que cuando era alcalde capitalino, realizó el grito de independencia en ese lugar "aquí estuvimos cuando estábamos peleados con aquel que ya no quiero ni hablar, y aquí comenzamos la campaña a la gubernatura", recordó. El evento oficial se hizo en la cancha techada, alrededor de esa glorieta donde convergen las calles Lázaro Cárdenas, Galeana y Revolución; más que en otros momentos fue grande el despliegue de seguridad, uniformados y policías vestidos de civil, cuyos autos fueron estacionados alrededor de la reducida glorieta provocando un enorme caos vial. Incluso las calles fueron cerradas momentáneamente, "dejen pasar, porque no me dejan si por aquí vivo", reclamó una vecina.
Se presumió que en todo el lugar se hizo una inversión de 44 millones de pesos para los trabajos de bacheo, tendido de carpeta asfáltica, renivelaciones y pintado de señalización y de al menos una veintena más de calles, pero faltan otras, se escuchó una voz, "si tenemos pendientes otras más", dijo Fidel Giménez a quién se levantó entre todos.
Pero todo eso pasó desapercibido para el gobernador y su invitado, el presidente Antonio Villalobos; estaban ensimismados el uno al otro, en una plática donde Blanco Bravo decía, y el otro respondía con una sonrisa y moviendo la cabeza, tratando de aparentar que tenían una relación de años de amistad fructífera; incluso en todo el tiempo que duró el discurso de Fidel Giménez, más de 4 minutos, ni siquiera atendieron cuando este hizo énfasis de que el recurso invertido en las calles todo provino del Estado.
A pesar de la presencia de sus secretarios, el gobernador no desatendió la plática con el alcalde capitalino, cuando le tocó el turno de resaltar la obra entregada dijo que ya no habría mas conflictos y era el momento de trabajar en equipo con resultados. "Vamos a seguir trabajando no solamente en este lugar sino en todo Cuernavaca".
Alguien quiso rememorar esos tiempos de campaña donde prácticamente la gente se volcaba en torno a Blanco Bravo pero ya no fue así; la presencia del antes idolatrado Cuauhtémoc Blanco en La Barona ya no provocó nada, solo curiosidad.