En Morelos, antes del sismo de 2017, el 4.5 por ciento de las 500 mil viviendas estaban construidas con adobe. La mayoría de ellas se vino abajo o sufrió daños irreparables. En ese entonces, los gobiernos federal, estatal y municipales culparon al uso del tradicional material de construcción por el nivel de destrucción del terremoto en Jojutla y en municipios de la región oriente.
Un estudio de la Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo refleja, sin embargo, que el material constructivo no fue tan relevante para los daños como la desprotección, el olvido de los sistemas tradicionales de construcción y las malas prácticas en las edificaciones.
“En las últimas décadas estos sistemas han sufrido un abandono y desplazamiento por materiales y técnicas contemporáneos, situación que no ha hecho más que acrecentarse tras los recientes eventos sísmicos ocurridos en el país, especialmente los del año 2017”, señala dicho estudio.
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Jojutla fue uno de los municipios más afectados por el sismo que sacudió a la entidad morelenses la tarde del 19 de septiembre de 2017 con pérdidas de casas, precisamente construidas bajo este material, que se encontraban en plena cabecera municipal.
Durante la realización de estudio, las y los investigadores notaron “graves deficiencias constructivas en las viviendas, así como una incorrecta planificación a nivel urbano y de gestión de riesgos en la localidad, lo que contribuyó a aumentar la vulnerabilidad sísmica de las edificaciones”.
Asimismo, establecieron que las viviendas de adobe fueron prácticamente olvidadas por parte de las autoridades, lo que causó que fueran de las más afectadas por este siniestro.
“Con los siglos, la construcción con tierra ha sufrido un progresivo abandono, quedando desplazada por los nuevos sistemas y materiales. La problemática de su desaparición es un hecho conocido y aceptado por la comunidad científica, que apremia su recuperación y difusión. Actualmente esta tradición constructiva ha quedado relegada a los países y regiones más humildes, contando con una baja apreciación, siendo el caso de México, donde se ha desacreditado, ignorada por los organismos de apoyo a la vivienda, la mayoría de las facultades de arquitectura e incluso las instituciones encargadas del patrimonio”.
La reducción en la utilización del adobe como material para construcción de viviendas se puede medir de acuerdo con estadísticas del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), pues del 2000 al 2015 bajó alrededor de un 4 por ciento.
“En el año 2000 el total de viviendas de adobe ascendía a 2 millones 135 mil 694 sobre una cifra total de 21 millones 513 mil 235, lo que representó un porcentaje del 9.93 por ciento del total de los inmuebles en esa temporalidad; en cambio los resultados del año 2015 muestran un total de viviendas de adobe de 1 millón 710 mil 456 respecto al total construido de 31 millones 924 mil 863 domicilios censados, que representa un porcentaje del 5.36 por ciento de toda la vivienda del país”, refiere este estudio.
En Morelos, por ejemplo, los municipios con mayor uso de adobe para la construcción de viviendas son Tlayacapan, Totolapan, Tetela del Volcán, Ocuituco, Zacualpan de Amlpas, Temoac, y Tetela del Volcán con más del 20 por ciento de hogares que son de dicho material.
Mientras que, en Jojutla, que también fue uno de los más dañados, el porcentaje es del 5 por ciento, lo que representaba una gran parte del patrimonio de este municipio.
En tanto, en Axochiapan, que fue el municipio del epicentro, entre el 10 y el 15 por ciento de las casas habían sido construidas con este material.
De acuerdo con la investigación, luego de la destrucción causada por el sismo se hizo evidente la reconstrucción con materiales diferentes, al adobe al ser considerado inseguro o poco resistente. Pero es la falta de mantenimiento y de olvido el que pone en riesgo.
“Sin embargo, éste no es un problema local de Morelos, ya que el resto de estados del país afectados por sismos en los últimos años han experimentado situaciones similares, y la correlación puede extenderse a todos los países latinoamericanos proclives a estos fenómenos naturales”, señalan.
Este es uno de los principales retos a los que se enfrentan los expertos, el tratar de poder convencer a las comunidades de que existen beneficios en la utilización de este material, por ejemplo, que no es dañino al medio ambiente, como otros materiales “modernos” sí lo son.
“Respecto a la vulnerabilidad, ésta permite valorar el riesgo determinado de que un objeto (en este caso la vivienda) sea más o menos susceptible de sufrir daños por un evento sísmico y poder cuantificarlos. La vulnerabilidad no depende únicamente del material de construcción o de cualquier otro parámetro singular, sino que es el resultado y validación de la relación entre diferentes variables, por lo que siempre será multifactorial y necesitará de metodologías que las incorporen para su conocimiento”, señala el estudio.
Otra de las problemáticas que expone el estudio es la llamada “autoconstrucción” mediante el uso de estos materiales, pues según lo expuesto al haber esta situación se pueden generar “malas prácticas constructivas”, lo que aumenta el riesgo ante un evento telúrico. Como ejemplo se señala lo ocurrido en Nicaragua un año antes del sismo en Morelos.
Mediante un estudio geotécnico que se realizó en la colonia Zapata, de Jojutla, se concluyó en tres grandes razones para la acentuada vulnerabilidad:
- Malas prácticas constructivas.
- Resistencia insuficiente de los sistemas estructurales.
- Problemas derivados de los sistemas de cimentación.
Censo en Jojutla
Fueron 3 mil 561 inmuebles evaluados en el municipio de Jojutla, de los cuales 39.80 por ciento mostro daños graves tras el sismo.
La investigación señala que las casas que se dañaron con el sismo del 2017 fueron construidas a partir de año 1985, sin las especificaciones correspondientes.
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