Cinco de cada 10 personas que han sobrevivido a Covid-19 relatan que en alguna parte del proceso tuvieron miedo a morir o sintieron que esto podía ocurrir ante la incertidumbre de una enfermedad de la que poco se sabe, revela la encuesta aplicada durante el 2021 por la UAEM a los “Sobrevivientes” de dicho padecimiento.
El investigador de la facultad de psicología, Luis Pérez Álvarez, comentó que esta encuesta se realizó el año pasado a un grupo de 10 personas que tuvieron este padecimiento y que afrontan como pudieron la adversidad de una situación en la que no sabían si sobrevivirían o morirían en algún hospital.
“Cinco de los 10 participantes respondieron que tuvieron temor cuando estaban cruzando por los síntomas, se replantearon su vida pensado que no iban a sobrevivir; y esto no se limita a personas de la tercera edad o con enfermedades, recuerdo a un joven de 23 años que nos dijo haber experimentado miedo, ansiedad generalizada, él era hijo único y vivía con sus padres, incluso realizó un diario en el que se despedía”.
En su mayoría, las personas dijeron haberse acercado más a Dios o a sus creencias religiosas, valores, experimentaron también pánico, “para ellos todo era incierto, tenían miedo de morir”, otros dijeron haber padecido depresión y al menos tres reportaron que sus familias prácticamente dependían de un vecino que les acercaba la comida y otros productos necesarios.
Recuerda a otra joven que dijo haber viajado al extranjero y luego haberse infectado, la cual respondió a la encuesta que sufrió de una serie de “despersonalización” al pasar por un proceso en el que incluso no reconocía a la gente a su alrededor dado el deterioro que enfrentó, “situaciones que se generaron cuando ella reportaba menores índices de oxigenación porque tuvo afectación neurológica”.
En su mayoría los participantes dijeron haberse infectado al salir a realizar compras de primera necesidad, “los encargado de proveer a la familia fueron los primeros en infectarse porque tenían que salir al súper, ya luego con los cambios de semáforo la gente comenzó a infectarse en reuniones, con familiares que venían de Estados Unidos, y otro que dijo ser radiólogo, en su trabajo”.
Pérez Álvarez dijo que la encuesta tuvo tres momentos, una para saber en los lugares en dónde se pudieron haber contagiado, una segunda para conocer cómo es que habían hecho frente a la cuarentena y el aislamiento, y una tercera que tiene que ver con el proceso de recuperación e integración a sus actividades, todo se dio a distancia.
“Los principales síntomas que experimentaron fue: dolor corporal, pérdida del olfato, los que dijeron haber tenido comorbilidades se agravaron”, pero hubo otros síntomas que tienen que ver con la salud mental, dijo Pérez, y las cuales suelen durar de meses a años como la depresión y ansiedad.
Las mujeres reportaron tener secuelas como alteraciones hormonales, dolor de espalda, caída del pelo, bronquial, alergias que no tenían antes, “los hombres reportaron más secuelas que las mujeres, cambio de graduación en los ojos, intolerancia a la lactosa. Se invirtió el flujo menstrual, antes iniciaban sangrando mucho y luego poco, y después dijeron que iniciaban menstruando poco y luego mucho”.
En la actualidad, con un mayor número de personas vacunadas, reconoce que la gente se siente más segura en el plano psicológico y con menos síntomas, menos intensos físicamente, “pero no están exentas de tener miedo a morir, miedo a contagiarse y es aquella gente que se niega a vacunarse quienes podrían padecer distinta la enfermedad”.
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