Detonaciones de arma de fuego provocaron pánico durante la inauguración de la reubicación de la estatua ecuestre de Emiliano Zapata, al norte de Cuernavaca. La situación provocó desconcierto entre los asistentes, ya que se pensó que era un ataque directo.
El jefe de la Oficina de la Gubernatura, José Manuel Sanz Rivera, tuvo que salir del lugar escoltado.
Unos se tiraron al piso; otros, se agazaparon, se escondieron. Los funcionarios, diputados locales y federales fueron repegados al basamento de la escultura ecuestre, desde donde buscaban a sus escoltas y sus autos.
En pocos segundos, carreras, gritos, llanto; arrancones de autos. Al pie de la estatua estaban el jefe de la oficina de la Gubernatura, José Manuel Sanz, y el secretario de Obras Públicas, Fidel Giménez.
La gente se recostó donde estaba: en el pasto, en el acotamiento de la carretera; otros, como la diputada Ana Cristina Guevera, sufrieron crisis nerviosas.
Todo ocurrió cuando algunos invitados caminaban hacia la avenida Guerrero. El grito de una mujer que venía en una camioneta que perseguía a otra oscura, al ver a los uniformados les gritó: "¡párenlo, es un secuestro!".
Ambos vehículos a gran velocidad, el primero trató de ingresar a la autopista, pero al ver que estaba cerrado giró para seguir derecho.
"¡Ciérrenle el paso!", gritó la mujer de nuevo. Elementos del Ejército a bordo de una patrulla no se animaron a disparar; pero un escolta vestido de civil reaccionó, desenfundó su arma y disparó en tres ocasiones para ponchar una llanta de la camioneta donde iban los presuntos delincuentes.
Oficiales en motopatrulla iniciaron la persecución, a la cual se sumaron patrullas hasta detener a una persona a 50 metros, subirlo a una patrulla mientras una joven gritaba "eso te mereces, así te quería ver".
Una mujer acusó que el individuo trabajó como chofer en su casa y, con una mujer, intentó secuestrar a su hija.
Con información de Israel Mariano