“Hacer las cosas con ganas lleva a una satisfacción de uno mismo”, dice Sergio Martínez, quien desde hace más de cuatro décadas se dedica a la albañilería, oficio al que llegó gracias a la recomendación de su padre.
La necesidad de salir adelante y sostener a su familia, conformada por su esposa y tres hijos, hizo que se acercara a este oficio que cada 3 de mayo se festeja.
“Después de que mi papá me llevó a trabajar tuve que empezar a aprender, a cargar los bultos, hacer la mezcla, y luego, saber medir”.
Hoy uno de sus hijos, el varón, lo acompaña a las obras. Otra de sus hijas se graduó de la licenciatura y uno más continúa estudiando.
A sus 61 años, Sergio aún se sube a los andamios, corta madera, carga bultos de cemento y va de un lado a otro sin descansar.
Incluso la pandemia no representó un problema para Sergio, quien asegura que le hizo “lo que el viento a Juárez”, pues durante ese tiempo siguió trabajando y sacó el sustento de la familia.
Esta buena racha, asegura, se debe a sus ganas de trabajar y hacerlo de buena manera para que el cliente quede satisfecho y lo sigan recomendando.
El hecho de ser albañil es no sólo decir que lo soy, y agarró el material por mi cuenta y no; lo que te ponen hacer lo debes hacer, una cosa que quede bien hecha para que los clientes estén contentos con un trabajo.
Pero lamentablemente todo lo bueno también tiene un final, y Sergio lo avizora dentro de cuatro años. Cuando cumpla 65 años buscará retirarse y obtener una pensión con la que pueda vivir tranquilamente.
Actualmente trabaja en una obra de Bulevar Juárez a escasos metros de la glorieta que lleva la figura del personaje histórico de México.